Sólo quienes tienen muy poca información sobre lo que hace y deshace el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), sin que les importe un bledo la voluntad popular o la ley, podrían decir que José Luis Rodríguez conservaría el asiento que se le otorgó en el Congreso local. Los ministros han jurado venganza contra Morena y en eso están.
La ley, que en su momento pretendía equilibrar entre hombres y mujeres la participación de unos y otros en la creación de las leyes de la ciudad, dejó las manos libres para que un tribunal de venganza manipulara a su antojo la legislación y con eso pasará por encima del sufragio popular.
Hasta el martes por la noche, después de ciertos acuerdos, el Congreso de la Ciudad de México había quedado conformado por 34 mujeres y 32 hombres, situación que ya rompía con la idea de la paridad de género, pero que había sido aceptada por el propio Legislativo. Rodríguez, en ese escenario, sería el coordinador de la bancada de Morena.
Pero la sala superior del TEPJF no estuvo de acuerdo con el Congreso ni con la ley y decidió que lo mejor era quitar el coordinador a Morena, en el supuesto de que el grupo Zavala-Calderón obtuviera un mayor pedazo de poder y nada más; entonces, la mentada paridad queda hecha añicos y el Congreso estará conformado por 35 mujeres y 31 hombres.
La historia de esta nueva artimaña del tribunal de la venganza y la impunidad empezó con un proyecto al pleno de su presidente, José Luis Vargas, mejor conocido como El Magistrado Billetes, que pretendía mover al PRD y al Verde Ecologista sin tocar a Morena. El asunto fue rechazado, ya había un “plan B” que pretendían echar a andar los panistas.
A la cabeza de la confabulación, el magistrado Reyes Rodríguez Mondragón, aquel que fue coordinador de asesores de la secretaría particular de la Presidencia de la República en el régimen de Calderón, y ahora bien identificado como el peón de la pareja Zavala-Calderón dentro del organismo electoral.
Este mismo sujeto fue quien trató de dar un “golpe” a la presidencia del organismo para destituir a José Luis Vargas, para él sólo había una consigna: golpear a Morena.
Y sí, al final logró “bajar” a quien había sido designado como coordinador de Morena, pero su torpeza política no impidió que mirara hacia los acuerdos que ya se habían establecido en el Congreso y que daban el control político precisamente a los panistas.
Así, el magistrado azul provocó el rompimiento de todos los acuerdos. Para Morena no hubo grandes cambios, Martha Ávila se hará cargo de la bancada de su partido y es muy posible que se resten oportunidades a los azules, que debido a la varita mágica de Rodríguez Mondragón, tienen a una legisladora más: Frida Jimena Guillén.
Ahora, la coalición en torno a Morena se habrá de hacer más fuerte, aunque salga más cara, y se impedirá, cuando menos, el accionar panista que prometía una banda ancha para sus intereses.
Así, la conclusión del primer día de trabajos del segundo Congreso de esta capital construyó un escenario de alianzas, que si bien estaba previsto en los horizontes de Morena, se precipitó gracias a los planes calderonistas que cocinó el magistrado azul y que seguramente perjudicarán al PAN, pero esta historia apenas empieza.
De pasadita
Una cosa debe quedar clara en esta mitad del camino del mandato de Andrés Manuel López Obrador: el país aún está en ruinas. Se han quitado muchos escombros, pero la destrucción fue poderosa y la reconstrucción no puede darse con la rapidez que se requiere, pero va. La lección exige no volver por el camino de la desgracia.