Kabul. Al celebrar la retirada de las últimas tropas estadunidenses después de 20 años de ocupación militar, el Talibán aseveró ayer que la “derrota de Estados Unidos es una gran lección para otros invasores” y la victoria “pertenece a todos”.
El grupo fundamentalista hizo un recorrido triunfal por el aeropuerto internacional de Kabul horas después de la retirada de las tropas occidentales. De pie en la pista, sus líderes prometieron asegurar el país, reabrir la terminal aérea y amnistía a sus rivales, pero gran parte de la población teme a que estas condiciones no se cumplan.
“Estamos orgullosos de estos momentos, de haber liberado a nuestro país de una gran potencia”, declaró Zabihullah Mujahid, vocero de los islamitas, después de que un avión de transporte militar C-17 se llevó a las últimas tropas justo antes de la medianoche en Kabul.
La retirada estadunidense es calificada de éxito “histórico” por los talibanes, que lograron el control de Kabul el 15 de agosto y depusieron al gobierno afgano tras una veloz ofensiva en todo el país.
Los estadunidenses intervinieron en Afganistán en 2001 con el apoyo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), con el objetivo de derrocar al grupo fundamentalista, que se negaban a entregar al líder de la red Al Qaeda, Osama Bin Laden, tras los atentados del 11 de septiembre. La invasión expulsó del poder a los talibanes e impidió que la nación centroasiática fuera usada como base por Al Qaeda para atacar a Estados Unidos.
Durante su gobierno, el Talibán implantó una estricta interpretación de la ley islámica desde 1996, y ejerció gran opresión sobre las mujeres. Tras su retorno al poder se han esforzado en dar una imagen conciliadora, con la promesa de un gobierno más moderado e indultos para quienes trabajaron con el gobierno anterior.
“Queremos buenas relaciones con Estados Unidos y el mundo”, destacó Mujahid, al tiempo que rechazó que hubiera un gobierno provisional. Sobre el aeropuerto, dijo: “si podemos arreglarlo todo por nuestra cuenta, no necesitaremos apoyo. Si hace falta ayuda técnica o logística para reparar la destrucción, entonces pediremos asistencia a Qatar o Turquía”.
Hekmatula Wasiq, líder talibán, aseguró: “el lado militar y el civil (del aeropuerto) están con nosotros y bajo control. Esperamos anunciar la formación de gobierno. Todo es pacífico. Todo es seguro”. Instó a la gente a regresar al trabajo y reiteró la promesa de conceder amnistía.
Los miembros del grupo dispararon desde las primeras horas del día ronda tras ronda de municiones en señal de triunfo, mientras los nuevos guardias del aeropuerto alejaban a los curiosos y a los que aún aspiraban a tomar un vuelo para irse.
En Kabul la gente hacía largas filas en los bancos cerrados desde la caída de la capital con la intención de obtener algo de dinero. En las calles de la ciudad oriental de Khost se hizo un falso funeral con ataúdes envueltos con banderas de Estados Unidos y la OTAN.
En la sureña ciudad de Kandahar, cuna de los talibanes, hubo manifestaciones de alegría en las calles. Aunque la mayoría de la población estaba feliz por el fin de la guerra, muchos temían por el futuro inmediato, con la economía como el asunto más urgente.
La OTAN consideró “esencial” mantener abierto el aeropuerto de Kabul y prometió no olvidar a quienes quieren huir del régimen, al tiempo que Francia y Reino Unido admitieron que “dejaron gente atrás”.
La Organización de Naciones Unidas advirtió de “una catástrofe humanitaria” en Afganistán, mientras la UE debatió cómo prevenir una oleada migratoria de afganos y se pronunció por ayudar a los países vecinos del país centroasiático.
China afirmó que la retirada de las tropas estadunidenses significó para este país “abrir una nueva página”.