Ciudad de México. El Banco de México (BdeM) revisó al alza su previsión de crecimiento para la economía mexicana y su capacidad para generar empleo formal en 2021. Las mejores perspectivas responden a que el ritmo de actividad económica ha sido “ligeramente superior” a lo esperado y se identifica que la demanda externa, particularmente la de Estados Unidos, “seguirá siendo vigorosa”, explicó Alejandro Díaz de León, gobernador del organismo autónomo.
En el Informe trimestral, abril-junio 2021, el banco central estima que la economía crezca 6.2 por ciento en un escenario central durante este año, por arriba del estimado anterior de 6 por ciento, y que se creen entre 640 mil y 840 mil empleos formales –un promedio de 740 mil–, 36.5 por ciento más que los 470 mil calculados hace tres meses por el organismo.
Para 2022 no hubo cambios en cuanto al producto interno bruto, el escenario central de crecimiento se mantiene en 3 por ciento. No obstante, aumentó a un rango de entre 500 mil y 700 mil los empleos formales que se generarán el siguiente año, para un promedio de 600 mil puestos, 18.3 por ciento más que lo calculado en el informe previo.
Hay factores que podrían llevar a la baja estos pronósticos: un recrudecimiento de la pandemia o retrasos en la vacunación, que se prolonguen los cuellos de botella a escala global y aumente el costo de los insumos, que haya episodios de volatilidad en los mercados financieros internacionales y que la recuperación de la inversión sea menor a la esperada, agregó Díaz de León.
En cuanto a las expectativas de inflación no hay cambios respecto a lo ya publicado por el banco en el comunicado de política monetaria más reciente. Se prevé que, luego de ubicarse en niveles mayores a 5 por ciento en lo que resta del año y principios de 2022, la inflación se acerque a 3 por ciento –el objetivo del BdeM– en el primer trimestre de 2023.
Ilusorio, el efecto de fijar precios máximos al gas
El organismo consideró que la política de precios máximos al gas licuado de petróleo (LP), que comenzó en la primera semana de agosto, ha disminuido la presión al alza que venían transfiriendo los energéticos a la inflación general, pero la medida irá perdiendo peso conforme pasa el tiempo. “Pudiera ser ilusorio el efecto”, explicó el subgobernador Jonathan Heath.
Hace unos días, el Inegi informó que en la primera mitad de agosto la inflación general fue de 5.58 por ciento y la no subyacente –donde se reportan los servicios y productos más susceptibles a la volatilidad, entre ellos los energéticos– mostró un alza de 8.08 por ciento.
“De haberse mantenido el precio del gas LP en el nivel que registró en la segunda quincena de julio, en lugar de haber disminuido por la política de precios máximos, la inflación general anual se hubiera ubicado en 5.99 por ciento y la no subyacente en 9.78 por ciento”, detalló el banco central.
“Los esfuerzos que se hacen por mantener los precios en niveles bajos, estables y que sean sostenibles siempre son bienvenidos”, comentó Díaz del León. Respecto a Gas Bienestar, dijo que si hay un oferente nuevo en el mercado que fortalece la competencia y esto se ve reflejado en el desembolso que hacen las familias, tampoco ve un problema.
Sin embargo, el subgobernador Heath reflexiona que “puede ser que sí, a corto plazo” la fijación de precios máximos ayude a reducir las presiones a la inflación, pero la experiencia internacional muestra que a la larga estas políticas pueden derivar en distorsiones, entre ellas escasez o que los distribuidores vendan tanques con menos gas de lo que, en teoría, compraron los usuarios y eso no lo registre la estadística oficial.