Metlatónoc, Gro., Miles de niños, hijos de jornaleros agrícolas oriundos de los municipios de Cochoapa el Grande, Metlatónoc, Malinaltepec y Alcozauca, en la Montaña alta de Guerrero, no regresaron a clases debido a que se encuentran trabajando en campos agrícolas de diversas entidades.
Según el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, de los 23 mil 500 trabajadores del campo que partieron a campos agrícolas de Chihuahua, Baja California, Sinaloa, Jalisco, Zacatecas y Guanajuato, 30 por ciento son menores, la mayoría en edad de acudir a la escuela.
En la comunidad indígena me phaa (tlapaneca) de Juanacatlán, municipio de Metlatónoc, uno de los más pobres del país, regresó al aula un grupo de quinto grado en la primaria Fray Servando Teresa de Mier; el resto lo hará en el transcurso de la semana, informó el director del plantel, Jorge de los Santos.
El profesor pidió a las autoridades educativas que atiendan las demandas de los colegios de la Montaña: “Nos faltan maestros, no hay espacios recreativos y, por si fuera poco, en el albergue que atenderá a unos 100 niños en los próximos días no hay luz, faltan colchones y se filtra el agua. Nos faltan muchas cosas para dar una buena educación a los niños indígenas”.
Sin embargo, en este primer día de clases, el mentor Marcos García Catalán informó que debido a que en el poblado de Juanacatlán no se venden ni gel ni cubrebocas “tuve que ir a Tlapa a comprarlo y unas 30 mascarillas para dárselas a mis alumnos de quinto año que se presentaron a clases”.
Al dar la bienvenida a los menores con un “buenos días”, éstos se pusieron de pie y respondieron. Después les dijo: “Me da mucho gusto verlos después de año y medio de no poder hacerlo por la pandemia de Covid-19, pero ahora las cosas van a cambiar, porque vamos a adoptar nuevas normas. Se usarán gel y cubrebocas”.
En la secundaria Sor Juana Inés de la Cruz los alumnos limpiaron sus aulas, a las que no acudían desde hacía casi año y medio. “Como pueden ver, los cuatro salones de la planta baja carecen de una pared por lo menos debido a que hubo un deslave; además, faltan profesores de matemáticas, español, educación física e inglés”, dijo la docente Kimita Larios.
En tanto, en el Colegio de Bachilleres incorporado, su director, Josué Félix García, se quejó de que el gobierno estatal se niega a hacerles un plantel: “Los 42 alumnos tienen que esperar a que los de secundaria terminen sus clases para tomar las suyas; hoy hubo reunión con los padres y se acordó que este martes se reanuden las clases presenciales”.
Se quejó de que la Secretaría de Educación estatal, en un acuerdo que firmaron con el director del Colegio de Bachilleres, Fermín Alvarado, se comprometió a darles una clave, “pero no cumplió; apenas nos pagan 12 mil pesos mensuales, cantidad que dividimos entre cinco docentes, algo así como 2 mil 200 pesos a cada uno”.
En el plantel de prescolar Adolfo López Mateos, unos 30 pequeños no pudieron regresar a clases porque “sólo tenemos gel, no hay cubrebocas ni termómetro”, lamentó la directora, Dorotea Sánchez.
Además, dijo, los dos salones son muy pequeños para mantener sana distancia entre alumnos, “y esperamos a más niños que regresarán de los campos agrícolas el 28 de septiembre, cuando es la fiesta de San Miguel”.
Entrevistado en las oficinas de Tlachinollan, en Tlapa de Comonfort, su director, Abel Barrera, consideró que en la Montaña, con o sin Covid-19, la situación para los menores que regresan a clases “es igual, sobre todo porque las autoridades no generaron condiciones para el regreso a las aulas”.
Afirmó que en la mayoría de los planteles fueron los maestros los que compraron gel y cubrebocas para sus alumnos, “cuando es obligación del gobierno, y todavía pretenden que esa responsabilidad recaiga en los padres de familia, la mayoría de los cuales son pobres”.