Ciudad de México. Desde hace un par de años, la alcaldía Iztapalapa comenzó a remplazar los tonos grises de sus paredes por coloridas pinturas y murales que fueron realizados por artistas locales y visitantes. No sólo han transformado la estética de la demarcación, sino, además, han generado cambios en la percepción de los habitantes sobre sus espacios y la manera en que son representados.
“Iztapalapa se convirtió en un gran lienzo y en una galería abierta para que cualquier persona pueda ir y caminar por sus calles”, explicó la alcaldesa Clara Brugada. Denominado Iztapalapa mural, el proyecto forma parte de un programa que la administración inició con la intención de que las mujeres de la demarcación pudieran desplazarse de manera segura por sus barrios. También se decidió llevar las pinturas a los techos y paredes que se encuentran en el recorrido de la nueva línea 2 del Cablebús.
Utilizando el arte y la cultura se ha logrado involucrar a habitantes, artistas y gobierno en el mejoramiento de sus calles. Araceli Mejía, a cargo de uno de varios equipos de muralistas, considera que los habitantes de su alcaldía “están ávidos de que los demás conozcan otras partes de Iztapalapa. No somos nada más la nota roja. Formamos una comunidad con mucha cultura, costumbres y tradiciones, y la gente desea que esto se plasme en los muros”, señaló en entrevista.
Mejía, quien trabajó en la zona cercana a la estación Constitución de 1917, contó que antes de realizar intervenciones en las paredes de las casas de los pobladores, los muralistas realizan una investigación. “Recorremos la colonia, platicamos un poquito con los vecinos. Nos cuentan sus historias, nos platican qué es lo que había cuando ellos llegaron, cómo estaba la colonia, nos hablan de sus líderes, de las personas importantes o que han dejado huella en sus colonias”, describió.
Percepción distinta de los artistas urbanos
A partir de ese contacto los muralistas realizan una propuesta que se va modificando con las sugerencias que los vecinos hagan. Elementos representativos de cada comunidad como deportistas, actrices, personajes históricos, tradiciones, oficios y hechos de la vida cotidiana han sido plasmados. “Tratamos de construir algo en comunidad, creo que eso es lo que de pronto le da mucha identidad a nuestros murales”, destacó Mejía.
La iniciativa también ha sido posible gracias a que la percepción que tiene la gente de los artistas urbanos y su trabajo ha cambiado de forma positiva. Para Arian, otra de las muralistas, la buena aceptación de su trabajo se debe a una transformación tanto de grafiteros como de ciudadanos. “Trascendió a una mentalidad más abierta, tanto de nosotros mismos como de la gente”, explicó.
Arian, quien hace alrededor de 15 años comenzó haciendo grafitis clandestinos, ha sido testigo de cómo su inquietud por expresarse puede ser aprovechada. “Te vas dando cuenta de que el grafiti no sólo es letras; puedes hacer dibujos, rostros, y de ahí tener un trabajo que a la gente le gusta”.
“Un estilo de vida”
Aunque la grafitera no pudo estudiar una carrera, gracias a la experiencia que ha ido ganando, ha logrado hacer de lo que le gusta su profesión. “La pintura en general ya es mi estilo de vida. De ahí me mantengo, independientemente de hacer murales, pues hay otras ramas pictóricas que hago, trabajos que salen que, al final del día incluyes el arte y vives de eso”, indicó.
Conforme ha aprendido nuevas técnicas, la artista urbana también ha encontrado mejores formas de expresarse, “en el muro puedes plasmar una intención de lo que quieres, sientes y de lo que en el momento te proyecta la parte donde estás”, sostuvo.
En el caso de Araceli Mejía, quien trabajó con 17 jóvenes, algunos de los cuales antes hacían grafitis, tatuajes, otros autodidactas o recién egresados, se dio cuenta de cómo los murales planteaban nuevas posibilidades en ellos. “Ha tocado otras fibras dentro de nosotros. Y el crecimiento es notorio, no nada más en la comunidad o en las bardas, sino también en los artistas”, precisó.
Si bien en un principio la medida era vista con recelo por algunos de los vecinos, una vez que comenzaron a observar el resultado, muchos han cambiado de opinión, llegando incluso a solicitar cada vez más personas un mural en sus paredes. “Esa Iztapalapa gris, oscura, que en sus paredes demostraba la situación de falta de recursos económicos de sus viviendas, hoy se ha transformado en una Iztapalapa con arte en sus calles”, indicó por su lado la alcaldesa.
Espejos de la identidad
En un lugar como Iztapalapa, donde se concentran muchas situaciones de pobreza, inseguridad y falta de servicios básicos, además de ser la demarcación con mayor número de habitantes de la Ciudad de México, un cambio de aspecto podría parecer superficial. Sin embargo, las pinturas se han convertido en espejos de la identidad iztapalapense, “porque tenemos desde la historia de Iztapalapa, murales de la vida cotidiana, el perro de esa calle, la persona más conocida del barrio, los oficios y los sueños de la gente”, destacó Clara Brugada.
“Se ha embellecido Iztapalapa con los sentimientos de la población expresados en murales, y los muralistas se convierten en los artistas y en los vehículos de transformación más queridos por la comunidad”, indicó la alcaldesa.
Los más de 6 mil 724 murales nuevos han generado en la alcaldía el proceso cultural de arte urbano más grande de América Latina, uno que ya comienza a despertar el interés de nuevas generaciones en el muralismo. Por esa razón se ha decidido hacer en Iztapalapa la primera escuela de muralismo.
A lo largo de la alcaldía han sido pintados 234 mil 982 metros cuadrados, lo que equivale a que cada colonia cuente, en promedio, con 25 murales que también reflejan la naturaleza de cada zona. Mientras en los pueblos originarios los habitantes prefieren símbolos históricos, en las unidades habitacionales se suele representar más a personajes célebres y vida urbana.
Actualmente, el recorrido del Cablebús cuenta con cien murales, pero se planea que el número aumente a mil en esa zona. Dentro de esa misma línea, se intervendrán los barrios originarios de Iztapalapa para que todas sus calles sean más seguras. “La gente ya no ve al grafitero con quien se enoja porque le pintó su casa sin que se diera cuenta, sino que ahora ve artistas”, concluyó Brugada.