Tijuana, BC., Con los albergues llenos, unos 2 mil migrantes centroamericanos viviendo en la calle –en el campamento El Chaparral–, 450 deportados “que llegan a diario sin dinero ni un sitio a dónde ir”, además de decenas de guerrerenses y michoacanos que vienen huyendo de la violencia, la alcaldesa Karla Ruiz Macfarland lanzó un llamado de auxilio al gobierno federal para que coordine con los municipios la ola migratoria que se mueve por el país.
La Corte Suprema de Estados Unidos resolvió el martes pasado que se reactive el plan Quédate en México, y aunque no se sabe cuántas personas regresarán por esta frontera y cuándo, organizaciones como Alma Migrante pidieron a la Federación que no acepte esa decisión que ha puesto en alerta a las autoridades fronterizas.
Si el gobierno dice “sí, vamos a recibir, que nos diga cómo”, señaló Ruiz Macfarland. Reprochó que al ayuntamiento de Tijuana nadie le da siquiera una lista, sólo “me deportan entre 400 y 450 personas diarias; en el centro del país se toman decisiones, pero no vienen acompañadas de apoyos, nos dan participaciones con base en un millón 800 mil personas”, se quejó.
La ciudad “es muy bondadosa, pero necesitamos un poco de orden”, dijo Ruiz Macfarland, cuyo mandato concluye el 30 de septiembre, y se quejó de que el Instituto Nacional de Migración no tiene un control sobre los extranjeros que llegan a Tijuana, no hay un registro, tampoco recursos para atenderlos.
Afirmó que autoridades locales se han enterado de situaciones irregulares e incorrectas en el campamento El Chaparral; sin embargo, por ser un predio federal la policía municipal no puede intervenir. Las denuncias por venta de drogas al menudeo en esa zona son cosa común, así como los señalamientos de la existencia de un grupo que controla donaciones y víveres.
“La Corte Suprema de otro país no puede obligar a nuestras autoridades a hacer el trabajo de las suyas”, reprochó Graciela Zamudio, directora de Alma Migrante.
José María García, director del albergue Juventud 2000, alertó que los refugios están saturados y podría comenzar una verdadera “crisis migratoria”.