Es fundamental, sobre todo en este contexto de emergencia nacional provocada por el Covid-19, que el Senado apruebe en el presente periodo de sesiones la reforma constitucional para establecer el Sistema Nacional de Cuidados, advirtió la presidenta de la Comisión para la Igualdad de Género, Martha Lucía Mícher.
Explicó que la reforma reconoce el derecho de las personas a ser cuidadas, pero también el de sus cuidadores. Es, dijo, un trabajo realizado en 76 por ciento por niñas, mujeres y adolescentes, quienes dedican gran parte de su tiempo a cuidar a sus padres, hermanos u otros familiares, enfermos o discapacitados, sin recibir una remuneración económica ni tener prestaciones.
Esta reforma a los artículos 4 y 76, que la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad en noviembre del año pasado, eleva a rango constitucional el derecho al cuidado digno, además de establecer la obligación del Estado para promover la corresponsabilidad entre mujeres y hombres.
Trabajo no reconocido ni remunerado
“Esto es relevante porque somos las mujeres las que ejercemos cuidados a todos nuestros familiares, en un trabajo no reconocido ni remunerado que impacta en nuestras vidas y nuestra salud”, afirmó Mícher, quien agregó que la reforma establece la libertad que tienen las personas para decidir si quieren o no tener la obligación de cuidar a quien lo requiera, así como el derecho a distribuir su tiempo de acuerdo con sus necesidades e intereses.
Explicó que diversas naciones han avanzado en la construcción de sistemas de cuidados, sin embargo, en el país sólo la Constitución de la Ciudad de México reconoce el derecho de las personas a cuidar y ser cuidadas en condiciones de igualdad y de calidad.
La reforma, insistió, no sólo establece los derechos de las personas a ser cuidadas, sino también de sus cuidadores. Mencionó que la encuesta reciente del Inegi estima que la población de 12 años y más dedica 2 mil 796 millones de horas a la semana a cuidar enfermos y discapacitados, pero quienes llevan a cabo esta labor no reciben remuneración ni tienen garantizado el derecho a una buena salud física y emocional.
La senadora Mícher destacó que las mujeres, niñas y adolescentes que realizan estas labores caen en el círculo vicioso de la desigualdad económica y de género, debido a que cuidar a algún familiar les impide estudiar y, en general, tener una vida plena.
Las mujeres pobres, precisó, son quienes realizan una parte desproporcionada del trabajo de cuidar a personas.
“Si el trabajo de cuidados no remunerado se contabilizara, incluso si lo subestimamos, hablaríamos de 5.5 billones de pesos: 23.5 por ciento del PIB”, aseguró.