Muchos pensadores suponen y defienden que el verdadero origen de México está en las civilizaciones prehispánicas y que la Colonia fue sólo un intervalo de injusticia, oscuridad y atraso. La verdad es que los españoles destruyeron la estructura política, la religión y las élites mesoamericanas y que esa destrucción fue irreparable. Nuestro origen, nos guste o no, no está en las civilizaciones y culturas prehispánicas, sino en la colonización española.
Fue en la Colonia donde nació México, con sus grandes contradicciones. Durante los primeros 80 años del dominio español se inició el mestizaje y con ello la creación de una raza nueva, a pesar de que las epidemias redujeron drásticamente la población indígena.
La raza que se creó, con sus múltiples matices y estamentos, donde no sólo se mezclaron españoles e indígenas, sino también los esclavos que llegaron a América, dieron origen a una sociedad de castas y cuando la Colonia llegó a su fin, México era un pueblo variopinto, en el que los españoles dominaban.
Los hijos de españoles, los criollos, tenían un ímpetu nacionalista. Repudiaban la herencia española, la cual constituía un gran peso para el México independiente. La Colonia nos heredó la desigualdad, que permanece hasta ahora, y el autoritarismo. Alimentados no sólo internamente con la explotación de los indígenas y de los mestizos, sino por el severo dominio monárquico que, como dice Lucas Alamán, tendió a aumentar a partir de los Borbones, en las últimas décadas de la Colonia.
El régimen colonial no sólo nos trasladó estos legados negativos, sino que generó una nación que tenía que enfrentarse a las cargas, pero también tenía los activos de ser un pueblo disciplinado y creativo. Aunque no hubiera sido así la voluntad de los virreyes, se produjo en forma espontánea e inevitable la creación de una nación en la que sus dones son mayores.
Tenemos que generar una nueva nación, comenzando por formar parte del concierto de naciones democráticas, y para ello será indispensable tener elecciones legales, limpias y justas. Las últimas de 2018, 2019, 2020 y sobre todo las de 2021, las más grandes y complejas en la historia de nuestro país, apuntan por sus éxitos en ese sentido y son notas optimistas a favor de la evolución y la modernización de México.