Washington. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, advirtió ayer que un nuevo ataque contra el aeropuerto de Kabul es “muy probable en las próximas 24 a 36 horas”, y que el bombardeo estadunidense que mató a dos integrantes del Estado Islámico no será “el último”, a tres días del plazo que se dio Washington para concluir su retirada militar de Afganistán.
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La madrugada de este domingo, la embajada de Estados Unidos en Kabul advirtió de una “amenaza real e inmediata”, por lo que pidió a los ciudadanos estadunidenses mantenerse alejados del aeropuerto, el nuevo Ministerio del Interior y el acceso noroeste del aeródromo “cercano a la estación de combustible Panshir”.
La legación dio una lista de precauciones que los estadunidenses en Kabul deben seguir: “Estar siempre alerta de lo que los rodea, especialmente en medio de multitudes; seguir las instrucciones de autoridades locales y toques de queda; tener un plan de contingencia en caso de emergencia (consultar para ello las guías de viajeros); monitorear las noticias diarias y ajustar sus planes a la información; inscribirse al Programa del Viajero Inteligente para ser localizado rápidamente en caso de emergencia, y seguir al Departamento de Estado en sus cuentas de Facebook y Twitter.
“La situación en el lugar sigue siendo extremadamente peligrosa y la amenaza de un ataque terrorista en el aeropuerto sigue siendo alta”, escribió Biden en un comunicado tras reunirse con sus asesores militares y de seguridad.
Dijo que ordenó adoptar “todas las medidas posibles para priorizar la protección de las fuerzas estadunidenses presentes en el aeropuerto” y que se les den “competencias, recursos y planes” para su protección. “Me aseguraron que lo han hecho y que pueden tomar estas medidas mientras completan la misión y evacúan de forma segura a nuestro personal”.
Biden afirmó que la “inestable” situación no ha impedido sacar a 6 mil 800 personas en 24 horas, cientos de ellos estadunidenses. “Hoy hemos abordado los preparativos para ayudar a la gente a seguir saliendo de Afganistán después de que se hayan marchado nuestros militares”, destacó. Más de 117 mil personas han salido en las operaciones desde el 14 de abril, en uno de los mayores puentes aéreos de la historia.
Tras el atentado del jueves, en el que murieron 169 afganos, 13 soldados estadunidenses y tres civiles británicos, el incidente con más pérdida de vidas para Estados Unidos en Afganistán en una década, el mandatario prometió: “Continuaremos persiguiendo a cualquier persona involucrada en ese atroz ataque y haremos que pague”.
Este atentado, reivindicado por la rama yihadista afgana Estado Islámico en Khorasan, desencadenó represalias la noche del viernes del ejército estadunidense. Dos “objetivos importantes” islamitas del grupo, “organizadores” y “operadores”, murieron, mientras otro resultó herido en un ataque con drones no tripulados en la provincia de Nangarhar, una zona oriental que limita con Pakistán, informó el Pentágono, sin revelar sus identidades ni si estuvieron involucrados en el atentado.
Un vocero de los talibanes dijo a la agencia de noticias Reuters que “los estadunidenses deberían habernos informado antes de realizar el ataque aéreo, fue una clara agresión en territorio afgano”. Agregó que dos mujeres y un niño resultaron heridos.
El Pentágono difundió las identidades de los 13 militares muertos en el ataque del jueves. Algunos de ellos tenían alrededor de 20 años: David Lee Espinoza, Hunter Lopez, Rylee McCollum y Jared Schmitz. Eran bebés cuando Estados Unidos invadió Afganistán en 2001.
McCollum pronto sería padre y deseaba enseñar historia algún día, Schmitz siempre quiso ser soldado y Lopez planeaba ser policía cuando terminara su servicio, según relatos de sus familiares.
Los talibanes indicaron que arrestaron a algunos sospechosos involucrados en la explosión del aeropuerto. El vocero insurgente Zabihullah Mujahid afirmó que su movimiento se apoderaría del aeropuerto “muy pronto”, después de la retirada de las fuerzas estadunidenses, y anunciarían un gabinete completo en los próximos días.
Cierre del aeropuerto
Autoridades del Talibán cerraron ayer el aeropuerto de Kabul a la mayoría de los afganos que esperaban ser evacuados. Las fuerzas estaban ocupando algunas posiciones dentro del recinto, listas para tomar el control pacíficamente mientras las fuerzas estadunidenses partían, agregó Mujahid. El Pentágono aseguró el viernes que los talibanes, que ahora gobiernan Afganistán, no tenían el control de ninguna operación en el aeropuerto.
Fuera del aeródromo, los talibanes desplegaron más fuerzas para evitar que se reunieran grandes multitudes tras los atentados. Se instalaron más retenes en los caminos que conducen a él, algunos por combatientes talibanes uniformados y equipados con Humvees y lentes de visión nocturna que les decomisaron a las fuerzas de seguridad afganas.
En las calles, cientos de afganos salieron a protestar contra el cierre de los bancos y los mercados de cambios de divisa que lleva en vigor, por orden de los talibanes, desde hace 15 días, tras su conquista del país. La Organización de Naciones Unidas advirtió que el empeoramiento de la sequía podría hacer que millones, sobre todo los agricultores, necesiten ayuda humanitaria.
Dentro del aeródromo, talibanes escoltaban un flujo constante de afganos desde los autobuses hasta la principal terminal para entregarlos a las tropas estadunidenses. Las áreas donde se habían reunido grandes multitudes durante las pasadas dos semanas con la esperanza de huir del país estaban ahora mayormente vacías.
Negociación de un nuevo gobierno
El líder político de los talibanes, el mulá Abdul Ghani Baradar, llegó a Kandahar, considerado como el lugar natal del movimiento islamita, para proseguir con el resto de altas personalidades insurgentes la negociación para un nuevo gobierno tras su reconquista del pasado 15 de agosto.
En el recinto todavía hay unas 5 mil 400 personas esperando subirse a un avión, señaló el general estadunidense Hank Taylor, y precisó que las evacuaciones se mantendrán “hasta el último momento”.
Los vuelos de repatriación fletados por las potencias occidentales retomaron su actividad para sacar a más civiles, aunque según el jefe de las fuerzas armadas británicas, el general Nick Carter, ya quedan muy pocos vuelos. Stefano Pontecorvo, diplomático de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, aseguró que hará todo lo posible para poner a salvo a quienes quedaron, cuando las tropas de los países miembros ya fueron retiradas después de dos décadas en Afganistán.
Gran Bretaña concluyó sus operaciones aéreas este sábado. En tierra se quedarán 150 británicos y entre 800 y mil afganos, explicó el general, que reconoció fue una decisión “desgarradora”.
Una afgana que viajaba a bordo de un vuelo a Gran Bretaña dio a luz a una niña con la ayuda de la tripulación de cabina.
El ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, alertó que el ejército estadunidense estaba abandonando en Afganistán gran cantidad de armas de alta precisión.
El presidente francés, Emmanuel Macron, aseveró en una cumbre regional en Bagdad que mantiene contactos con las autoridades Talibán para continuar con las evacuaciones de Afganistán a “medio y largo plazos”. Agregó que su gobierno permanecerá en Irak sea cual sea la decisión estadunidense con la intención de atacar al Estado Islámico.
La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro británico, Boris Johnson, instaron en una conversación telefónica a redoblar los esfuerzos internacionales para evitar una crisis humanitaria en Afganistán.
El líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, calificó la situación de Afganistán de tragedia y culpó a Estados Unidos de los problemas en el país. Añadió que la república islámica apoyará al pueblo afgano.