Durante su trayectoria de más de seis décadas de vida musical, Johnny Ventura desarrolló un concepto polivalente del merengue dominicano, el cual abarcó desde el merengue popular, coloquial, con picardía, y doble sentido, hasta el merengue contestatario, sensible a las problemáticas sociales.
Quizá la parte más divertida del género oculte la obra de compromiso social, pero baste señalar dos merengues clásicos que se ubican en esa tendencia: Mama Tingó y El Pique. El primero se refiere al asesinato en 1974 de la líder agraria dominicana Florinda Soriano, mejor conocida como Mamá Tingó, a la que él conoció en vida y supo de su lucha y su trágico final. El Pique, es una canción en la cual denuncia la desventura por las que atraviesan muchos migrantes haitianos, cuando van a trabajar a República Dominicana en el corte de la caña de azúcar, siempre bajo condiciones infrahumanas.
Johnny Ventura decía que el merengue podía ser argumento de fiesta (“donde hay merengue, hay fiesta”, señalaba) pero también un vehículo para la denuncia social. Postura que le llevó a enemistarse con Joaquín Balaguer, quien gobernó en Dominicana doce años, de 1966 a 1978 (con un retorno al poder en 1986), y para quien el merenguero era una persona incómoda dada su condición de crítico y opositor al régimen. Al ser un artista del pueblo, como él se consideraba, sentía la obligación de denunciar y tomar partido por todo aquello que le pareciera injusto. Fueron muchas las intervenciones que tuvo en ese sentido siendo ya un cantante famoso. Hay quienes le recuerdan yendo al frente de una marcha en reclamo por la libertad de presos políticos y amnistía para los exiliados.
“Los artistas no podemos permanecer indiferentes a las demandas justas de que se liberen los presos, porque estamos conscientes de que nadie puede perder su derecho a la libertad individual ni ser expatriado por el solo hecho de disentir de gobiernos y sin haber cometido delitos”, decía en su reclamo según cita un periódico de la época.
En una entrevista anterior nos narraba Ventura que tras grabar Mamá Tingó hubo de salir del país al recibir la confirmación por parte de un amigo militar de que habían ordenado matarlo. Fue sí que partió a Puerto Rico donde permaneció una temporada, “exiliado y trabajando”, hasta la caída de la dictadura balaguerista y el arribo a la presidencia en 1978 de su amigo Antonio Guzmán Fernández, del Partido Revolucionario Dominicano, en el que el merenguero militaba.
Ventura siempre estuvo ligado al acontecer social y político de su pueblo. Como hombre de ideales incursionó en la política y el servicio público por más de 43 años llegando a ser vicealcalde, alcalde y diputado del distrito, haciendo valiosos aportes desde sus funciones, demostrando sensibilidad social, capacidad política, compromiso de Estado, honestidad y transparencia.
Contrario a lo que se pudiera pensar, sus obligaciones políticas nunca le impidieron seguir trabajando a favor del merengue y su relevancia como identidad cultural dominicana. “El merengue puede ser cosa seria”, decía. A instancia suya el merengue, música y baile, fue promovido ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) a ser considerado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. En mayo de 2017 el organismo internacional, ante la algarabía de los dominicanos, aprobó lo solicitado.
A recibir el certificado de esa determinación en la sede del organismo de las Naciones Unidas en París, Francia, acudieron funcionarios de la embajada dominicana y el impulsor de la idea, Johnny Ventura, quien al agradecer en nombre de todos los dominicanos la referida distinción, expresó: “somos una población pequeña, pero muy orgullosa de lo que producimos y hacemos’’. El considerado padre del merengue moderno añadió que, “los dominicanos, en especial, los compositores, músicos, bailadores, letristas y arreglistas, ovacionan con júbilo este reconocimiento al valor patrio”.
Ventura era un nacionalista, de fuertes convicciones, muy apegado al terruño, a la alegría y al trabajo de los dominicanos, tal como lo demuestra en Si vuelvo a nacer, un tema compuesto por su amigo Huchi Lora a petición suya para exaltar el ánimo de los compatriotas que vivían más allá de las acuáticas fronteras y enfrentaban el desarraigo con pesar. Merengue que muy pronto se convirtió en su estandarte musical y que en su estribillo vindica: “¡Si yo nazco otra vez, vuelvo a ser dominicano!”.
(Continuará)