En el pueblo palestino de Beita, al norte de Cisjordania, una peculiar función de cine al aire libre se proyecta cada noche. Sentados en sillas de plástico y armados con punteros láser, linternas y altavoces, sus habitantes hacen ruido y proyectan luces hacia la colina vecina y hartar a los israelíes para que se marchen.
Desde mayo Beita quiere encarnar una nueva forma de resistencia que sea independiente de los partidos políticos ante la ocupación israelí.
“Aquí hay sólo una bandera: la de Palestina. No hay Fatah, Hamás o FPLP (Frente Popular para la Liberación de Palestina). No hay líderes carismáticos. Intentamos hacer desde abajo lo que los dirigentes no logran hacer desde arriba”, dice Said Hamayel, uno de los manifestantes.
La movilización de los 12 mil 500 habitantes de este pueblo ha tenido frutos: a principios de julio los colonos israelíes que habían instalado sus caravanas en la colina situada frente a Beita fueron remplazados por soldados.
El asentamiento de Eviatar, creado sin el visto bueno de las autoridades israelíes, fue desalojado en virtud de un acuerdo logrado entre colonos y gobierno, mientras éste decide sobre los derechos de propiedad de la colina, territorio palestino que Israel ocupa desde 1967.
Todas las colonias instaladas en los territorios palestinos son ilegales, de acuerdo con el derecho internacional. El gobierno israelí autoriza la instalación de buena parte de estos asentamientos, pero hay una pequeña parte, llamadas “colonias salvajes”, que nacen sin ningún tipo de permiso de las autoridades, como fue el caso de Eviatar.
Una vez que los colonos se fueron, los habitantes de Beita hubieran podido abandonar la lucha, pero las protestas siguen con el fin de “volver locos” a los soldados que ahora patrullan la colina y garantizar que la colonia no vuelva nunca a ser reconstruida.
Las protestas han ocasionado enfrentamientos violentos entre palestinos y militares que no han dudado en responder abriendo fuego. Hamayel pagó un alto precio por esto: su hijo Mohamed. El chico de 15 años murió a mediados de junio tras recibir un disparo fatal. El ejército israelí explicó que abrió fuego contra los manifestantes “porque ponían en peligro” a las tropas.
“Los israelíes quieren cortar de raíz esta nueva forma de resistencia popular. Tienen miedo”, asegura el hombre, reprochando a la Autoridad Palestina –el gobierno del presidente Mahmud Abas– de que “sólo haga declaraciones” contra la colonización de Cisjordania y Jerusalén Este.
En 2007, después de que Hamás ganara las elecciones en la franja de Gaza y tomara las riendas de este enclave palestino, hubo graves enfrentamientos entre este movimiento islamista y el Fatah, de Abas. Desde entonces, Gaza y Cisjordania funcionan como dos entidades separadas.
Afp