Antes, la SEP editaba muchos libros, además de los textos escolares, porque la educación pública se entendía como una diversidad de tareas que iban más allá de la educación escolar. Se trataba también de promover lectura y cultura de fácil acceso a bajo costo. Grandes autores los hubo en aquellas colecciones que se adquirían por algo así como 20 pesos por ejemplar en los puestos de periódicos.
Una de las obras más preciadas de esas ediciones (de 1985), es Cómo dar la palabra al niño. Antología de la maestra Graciela González, pionera de la escuela Freinet en México. El pedagogo español Herminio Almendros, el primero en traer las técnicas Freinet a América señala en esa antología: “la confianza se pierde en la escuela tradicional porque la actividad es impuesta e inmotivada. Hay que dar confianza al niño para que nos cuente sus cosas; que hable y que escriba, así realizará una de las condiciones esenciales de todo aprendizaje: hacer. A hablar y a escribir se aprende hablando y escribiendo”.
Y es que no hay educación sin acción, sin experiencia, sin diálogo y sin preguntas. Por eso sugiero a la maestra Defina Gómez Álvarez, hoy al frente de la SEP, que se haga una gran redición de ese libro y se obsequie un ejemplar a todos los maestros de primaria para que conozcan la pedagogía Freinet, que ha demostrado, por más de cinco décadas en México, ser el mejor método para que los niños aprendan a leer y a comprender lo que leen, así como a expresarse bien y libremente por escrito.
¿Regreso a clases? Sabemos bien que por salud síquica y física urge que los niños salgan del encierro y se encuentren con sus pares, pero los datos de contagios y muertes indican que este es un mal momento para volver a la escuela como tal. Sería mejor invertir lo que haga falta en un proyecto inteligente, amoroso y ambicioso y, por ejemplo, vacunar a todos los niños y llevarlos a campamentos con maestros y personal también vacunados, para que en un ambiente sin coronavirus pasen dos o tres meses “volviendo a la alegría de vivir”: ellos necesitan hablar, correr, jugar, dibujar y hacer muchas preguntas. ¡Vienen de casi dos años de encierro! La vuelta a la escuela tiene que hacerse con un proyecto especial que tenga como ejes el juego, el arte y la alegría.
PS: Con la vida de los niños no se juega.