El informe Amenazas a la soberanía alimentaria en Argentina, publicado recientemente en ese país por Acción por la Biodiversidad bajo el título Megagranjas porcinas: más control corporativo y nuevas pandemias, advierte sobre las graves consecuencias de este tipo de producción, tales como la contaminación de los suelos, el consumo excesivo y la contaminación de agua por efluentes, el aumento de enfermedades vinculadas a la exposición a gases como amoníaco y ácido sulfhídrico o las transmisibles mediante insectos.
Fernando Frank, autor de la investigación, destaca el potencial pandémico de este tipo de megagranjas. “La artificialización con alimentos balanceados, calendarios sanitarios y genéticas uniformes deprimen sistemáticamente las defensas inmunológicas, lo que produce enfermedades. A su vez, al llevarse a cabo tratamientos sanitarios generalizados, se presiona hacia la selección de patógenos más infecciosos y tolerantes a fármacos. Mientras se generan los nuevos patógenos, se destruyen ecosistemas y se acercan las poblaciones humanas a las no humanas, lo que aumenta la presencia de vectores que aumentan los riesgos de saltos interespecies de los virus”, explica el estudio.
Ejemplos de lo anterior previos a la actual pandemia por coronavirus son “la gripe aviar de 2008, la porcina de 2009, el síndrome respiratorio de Medio Oriente de 2012 o el brote de ébola en 2014; es decir, todas las enfermedades recientes del tipo zoonótico”, como describe Ignacio Marchini en Biodiversidad.
Por esto y muchas razones más en Homún, comunidad maya de Yucatán, esta semana un grupo de niños y niñas que se definen como guardianes de los cenotes, entregó cartas al juez segundo de distrito para exigir que mantenga la suspensión que tiene la granja PAPO desde el 9 de octubre de 2018.
Debido a que el juez nuevamente aplazó la audiencia, la población de Homún ratificó que su comunidad ya decidió: “No queremos la granja. Nosotros creímos que era mejor esperar, que se respeten las leyes que ustedes mismos han hecho, pero no, ustedes mismos han pisoteado sus propias leyes”. Homún, y no el juez, tiene la palabra.