Ciudad de México. Para Ofelia Medina, el cine y la actuación han sido su vida, pero su “ocupación” prioritaria es el activismo en beneficio de la niñez y las comunidades indígenas.
A más de cincuenta años de trayectoria, la actriz será reconocida, con el Ariel de Oro, en la ceremonia de finales de septiembre, pero, antes, el próximo día 4, la Escuela de Cine Comunitario y Fotografía Pohualizcalli, le entregará el Cuitláhuac de Oro.
Ambos galardones, son para la también directora y guionista, un gran regalo y la emocionan, pues provienen “de las comunidades”, que en estos casos son la cinematográfica y la estudiantil.
En realidad “no me siento muy bien de recibir homenajes, pues no sé cómo tomarlos; pero la Escuela de Cine Comunitario, me parece una maravilla, porque es importante que los jóvenes tengan acceso a este arte, el cual se hace desde la comunidad y para la comunidad. El 4 de septiembre estaré ahí con los estudiantes y podré escuchar sus comentarios, porque también se exhibirá Se construyen sueños, la primera película que dirigí”.
Después, el 25 de septiembre, Medina, recibirá el Ariel de Oro, que otorga la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, por más de 50 años “contribuyendo al desarrollo y crecimiento del cine mexicano”.
La actriz, nacida el 4 de marzo de 1950, en Mérida, Yucatán, ha sido galardonada con el Ariel en tres ocasiones: en 1985 a Mejor Actriz por Frida, naturaleza viva; en 2005 a Mejor Coactuación femenina por Voces inocentes; y en 2011 a Mejor Coactuación femenina por Las buenas hierbas. También fue nominada a Mejor Actriz por El cambio, en 1974. En años recientes, ha aparecido en las cintas Nadie sabrá nunca, Guadalupe Reyes y El hubiera sí existe.
La artista expresó: “Saber que me otorgaron el Ariel fue una sorpresa muy grande; no tenía la menor idea, y nunca lo había pensado. Fue un abrazo saber que mi comunidad me anima. Y mi historia en el cine, sí empezó como actriz, después he sido guionista y ahora estrenaré mi segunda película como directora. Estoy emocionada e ilusionada de seguir dirigiendo cine; además de actuar, escribir, editar y lo que venga”.
Medina detalló: “Mi vida en el cine, teatro y la televisión no son las únicas facetas; tengo la ocupación de la niñez indígena como prioritaria, lo cual ha salvado mi salud mental; ellos son mis maestros, porque las comunidades son el futuro; eso es lo que estoy aprendiendo de ellos: a ser comunidad”.
Lo mismo sucede, afirmó, “en este caso, pues el Ariel lo otorga la comunidad cinematográfica, lo cual es muy valioso para mi; que mis amigas, compañeras, compañeros, jóvenes, “rucos” y todos votaran me conmueve, anima y lo agradezco muchísimo”.
En un viaje al pasado rememoró: “La historia de mi vida empezó como actriz, después he vivido en el cine, porque estuve muy joven casada con Alex Phillips, quien es una tradición cinematográfica, hijo del gran fotógrafo Alex Phillips quien hizo la primera película sonora en México: Santa. Tengo un hijo de él y un nieto que es actor; somos como una historia del cine nacional”.
Mi otro hijo, prosiguió Medina, “es de Pedro Armendáriz, y así tengo muchas horas, días, años, pasando por sets cinematográficos, donde me he involucrado desde la planeación, producción así como en soñar e imaginar cine”.
Otro aspecto que enorgullece a Ofelia Medina, es que a principios de octubre, en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, estrenará el documental La llevada… y la traída, el cual dirige, narra y es guionista, y trata sobre “el ciclo ritual de la Señora de la Expectación de Zapopan”.
Detalló: “El largometraje aborda la celebración que se realiza a la Virgen de Zapopan, que sale el 20 de mayo en un periplo donde recorre mercados, hospitales, iglesias o cárceles, y luego de cinco meses regresa –el 12 de octubre–, en lo que se conoce como la Romería”.
Este hecho, afirmó “es monumental, pues la tradición de la Virgen de Zapopan, data de la época de la Conquista; incluso es anterior a la Virgen de Guadalupe, además no fue una aparición milagrosa, sino que está hecha con pasta de caña de maíz, por una artista purépecha de Tzintzuntzan. También es conocida como la Pacificadora, porque fue traída por los franciscanos para pacificar-conquistar a los chichimecas y tepehuanos”.
Así, Ofelia Medina, se mantiene activa, pues lo mismo dirige una película, que actúa, imparte talleres, escribe o está pendiente de lo que sucede en Chiapas, así como de las acciones del Fideo, como se le llama de cariño, al Fideicomiso para la salud de los niños indígenas de México (Fisanim).
Explicó: “Desde 1998 empezamos a trabajar en población y con familias en situación de desplazamiento. Eso fue después de la masacre de Acteal, con labores tanto en campamentos de Las Abejas como de los Zapatistas”.
Y, prosiguió, “desde hace 11 años, trabajamos con la sociedad civil Las Abejas, pero la situación de desplazamiento ha crecido y está poniéndose más difícil debido a que se debe proveer de alimento; por eso desde hace dos años, en especial, nos hemos enfocado en las poblaciones de Aldama, Chalchihuitán y Chenalhó”.
El asunto se agravó, lamentó, “por el incremento brutal del costo del maíz, que de enero pasado era de cinco mil 900 por tonelada y actualmente es de 9 mil pesos; lo cual es triste e indignante y no se dice; en México actualmente existen 15 millones de personas en la miseria y, entre ellos, están los campesinos indígenas”.
El Fisanim ( https://www.fisanim.org/), puntualizó, colabora con trabajos concretos por la equidad y desde hace 31 años por el cumplimiento a los derechos de la niñez indígena de México y sus comunidades, pero “en Chiapas de manera permanente, desde 1994.”