Ciudad de México. En ex casa presidencial, desde donde se dictaron políticas que abonaron a la desaparición forzada, pero también hubo “indiferencia” y “desinterés”, y se hicieron “promesas” que no se cumplieron, se inauguró hoy en la tarde la muestra fotográfica "Estos rostros que ves. Mujeres que buscan", con imágenes de las labores que realizan integrantes de agrupaciones de mujeres rastreadoras.
A las puertas de la Casa Miguel Alemán, en el ahora Centro Cultural Los Pinos, las mujeres recriminaron la inacción de aquellas “autoridades que durante mucho tiempo ignoraron el problema” y criminalizaron a los desaparecidos y a sus familiares que los buscan.
“Esto es peor que la muerte”; “no deberíamos estar aquí, no debería existir ninguna persona desaparecida, no debería haber madres buscando, no deberíamos estar con una pala o con machete”; “las desapariciones son una aterradora realidad” y han hecho que “convirtamos el miedo en coraje”: “somos unas guerreras”, plantearon las buscadoras.
Allí destacaron lo “histórico” del hecho, pues la exposición se realiza en un lugar en el que vivieron mandatarios que fueron indiferentes a sus reclamos y que tomaron decisiones que contribuyeron al dolor.
Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación coincidió en que es “muy emblemático realizar este evento en este lugar. Esta casa que fue el asentamiento del poder del viejo régimen. Aquí se tomaron decisiones que hicieron gravísimo daño a nuestro país y a nuestra sociedad”.
“Aquí se tomaron decisiones terribles para exterminar a la disidencia política y alentar en el país una guerra sucia que estableció como práctica de gobierno la desaparición sistemática y continua de los disidentes políticos. Pero aquí también se tomaron las decisiones de otros gobiernos para iniciar una guerra, una mal llamada guerra contra el narcotráfico, que Felipe Calderón, y posteriormente (Enrique) Peña Nieto, con una gran simulación asumieron” y que “asumía como daños colaterales todos los daños que se hacían a la sociedad”.
Eso lo calificó como “una vergüenza, estigmatizando a las víctimas. Siempre a las víctimas de estos enfrentamientos o desapariciones se les pretendía vincular con la actividad delictiva, cuando la inmensa mayoría de personas desaparecidas y no encontradas en nuestro país es gente buena, que tenía un proyecto de vida, y hoy su ausencia ha destrozado los proyectos de vida de decenas de miles de familias mexicanas”.
Encinas, les aseguró a las madres buscadoras que la “prioridad” del gobierno es “acabar con la violencia y la práctica de la desaparición”, la cual “se transfirió del Estado a la delincuencia organizada”.
Frente a la casa en la que vivieron ex presidentes como Gustavo Díaz Ordaz, Luís Echeverría y Felipe Calderón, las mujeres buscadoras dijeron que la “indiferencia”, entre otras circunstancias llevaron a que haya más de 91 mil desaparecidos en el país.
El subsecretario les expuso que el gobierno tiene como obligación constitucional “garantizar la seguridad de las personas y el derecho a la verdad, a la justicia y a la no repetición”. Valentina Peralta, coordinadora de la Red Eslabones por los Derechos Humanos, reconoció que “ahora es diferente”, en relación a la actitud del gobierno, pero advirtió que “tampoco hay que ser autocomplacientes (…) sin guayabazos, sabemos que se están haciendo cosas, pero falta mucho”.
En vísperas del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas (30 de agosto), Mirna Medina Quiñones, fundadora de la Familia de las Rastreadoras de El Fuerte, de Sinaloa conminó a “luchar por la no repetición”. Habló del recetario de sus familiares no encontrados. “Tenemos un recetario; hacemos la comida que le gustaba a nuestro tesoro desaparecido, quien no llora al recordar la comida favorita de su familiar desaparecido. Cuando estás cocinando algo que les gustaba a ellos, y dices ojalá algún día vuelva y pueda degustar esto”.
Aracely Salcedo Jiménez, titular de Familias Desaparecidos Orizaba-Córdoba aseguró que las cifras de desaparecidos no son solo números, “porque cuando alguien es desaparecido una familia queda mutilada” y exigió que se “deje de criminalizar a los desaparecidos y a sus familiares”.
“Este fue un espacio habitado por gobernantes indiferentes ante las desapariciones, por eso es histórico que la exposición este en este lugar” (Los Pinos).
Las mujeres dejaron en claro que “nadie tiene el derecho de desaparecer a nadie” y que las circunstancias y negativas a colaborar por parte de las autoridades, en especial las estatales las han hecho ser expertas en materias de las que no tendrían por qué tener conocimientos, pero que dado que “una madre nunca olvida” han aprendido a lidiar con procedimientos, leyes y negativas.
Peralta hizo hincapié en que “lo mas importante que pasó (y sigue sucediendo) en este país es que hay seres humanos que no están. Lo peor que le puede pasar a una familia, a un país es que los seres humanos desaparezcan. Hay una gran diferencia entre no saber dónde está y sospechar su muerte y hacer sus exequias y despedirlo”.