El 12 de julio pasado, de visita en Villahermosa, Tabasco, el Presidente de México ventiló la posibilidad de incorporar a su gabinete al gobernador del estado.
Un reportero local planteó: “desde hace meses se está comentando o chismeando que usted podría incorporar a su gabinete al gobernador López Hernández. ¿Existe esta posibilidad?”. El conductor de la conferencia mañanera de prensa respondió: “pues sí, sí existe. Pero depende de Adán y, además, de la necesidad que se tiene de contar con un gobernador como Adán, pero sí existe”. Argumentó que a él le daba mucha tranquilidad saber que su estado natal estuviera bajo el mando de Adán Augusto López Hernández y, luego de llenar de elogios a su paisano, dejó la puerta abierta: “podría tener un buen desempeño en el gobierno federal, en una secretaría de Estado” (https://bit.ly/3DjmdRv).
Ayer, en una rápida sucesión de hechos, el presidente Andrés Manuel López Obrador sacó de la Secretaría de Gobernación a la etérea Olga Sánchez Cordero, la enfiló a reinstalarse en el Senado e hizo que la perfilaran para presidir por un año la mesa directiva de esa cámara (las demás aspirantes declinaron, ante el deseo superior).
Entró al relevo López Hernández (bueno, a la hora de teclear esta columna no se había cumplido el protocolo de la autorización del Congreso tabasqueño para que Adán Augusto deje el cargo, con apenas dos años y casi ocho meses de ejercicio) y se desataron las versiones de que el envío de Sánchez Cordero al Senado significa una merma, con pretensiones de extinción, del liderazgo de Ricardo Monreal en esa cámara, cada vez más distanciado el zacatecano de Palacio Nacional.
Tiene significados importantes la llegada de López Hernández al Palacio de Cobián (nombre dado al edificio en la chilanga calle de Bucareli, cuya construcción fue ordenada por Feliciano Cobián Fernández del Valle, un empresario español que hizo fortuna con el algodón de La Laguna y con desarrollos inmobiliarios en Torreón, Coahuila). En primer lugar, confirma la tabasqueñización de la actual élite gobernante o, mejor dicho, la suñerización mediante un eje Tabasco-Chiapas, parecido al que con Enrique Peña Nieto se desarrolló con cuadros provenientes del eje Estado de México-Hidalgo.
López Obrador apuesta por López Hernández en función de la fidelidad, el pasado compartido y las probabilidades futuras de mantener en Palacio Nacional a una pieza supuestamente soldada a su proyecto. No abre Bucareli a otros grupos o corrientes que pudieran darle más amplitud operativa, sino que estrecha ese rango de acción en el segundo tramo del sexenio.
Incorpora así a su paisano y amigo a la reducida baraja real rumbo a la sucesión, con Marcelo Ebrard como opción eficaz, pero no confiable, y con Claudia Sheinbaum como carta confiable, pero no eficaz. Traído de aguas comunes, ¿Adán Augusto es el delfín?
La clave en esta historia fue el notario público tabasqueño Payambé López Falconi, fallecido en diciembre de 2020, único en dar fe pública de actos políticos promovidos por López Obrador en tiempos difíciles, impulsor de la carrera del joven Andrés Manuel.
En ese marco referencial, Morena postuló a Adán Augusto para gobernar Tabasco, mientras una de sus hermanas, Rosalinda, hacía campaña en Chiapas para que su esposo, Rutilio Cruz Escandón Cadenas, fuera, como es, gobernador en relevo del propicio Manuel Velasco. Rosalinda llegó al segundo nivel de mando en el Servicio de Administración Tributaria y el esposo de Silvia López Hernández fue nombrado consejero independiente en Pemex.
Respecto al Senado, la ruta de Monreal parece encaminarse a sobrellevar el cumplimiento de sus responsabilidades institucionales, en espera del momento en que sea inevitable una ruptura explícita o silenciosa, a partir de la cual el ex gobernador de Zacatecas hará más evidente el tejido de relaciones e intereses que podrían sustentar su eventual postulación presidencial, fuera de Morena y el obradorismo. ¡Hasta el próximo lunes!
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