No es una idea nueva; no obstante, la reciente publicación en español del libro Conexión, de la rapera y novelista Kae Tempest (fruto de la colaboración entre Sexto Piso y la traductora Esther Villardón), logró que el tema vuelva a estar sobre la mesa: “la importancia de la literatura y de contarnos historias para cultivar una empatía más profunda y sobre la importancia de ser conscientes de la desenfrenada desigualdad en nuestras sociedades”.
Por medio de los siete breves capítulos que componen este ensayo –de cinco páginas el más corto y diecisiete el más extenso, todos precedidos por citas de El matrimonio del cielo y el infierno de William Blake–, la también poeta y dramaturga británica reflexiona: “entiendo que incluso una invitación a la conexión y a la universalidad pueda ser problemática en una época de tanta división. Ya sea el Black Lives Matter o el All Lives Matter, los derechos de las personas trans o los de las terfs, anti o provacuna…, ésta es una época que demanda tomar partido”, pero no duda en defender su propuesta: “la forma cómo hemos decidido vivir en este planeta se me hace extraña y siniestra” y para eso “la conexión con el yo verdadero e incómodo nos permite asumir la responsabilidad de nuestro impacto en otras personas”.
Todo aquel que haya visto a Tempest cantar en vivo probablemente haya sido testigo de su talento para generar conexiones entre su audiencia, incluso si insisten en que ésto es algo misterioso y quizá poco confiable, pero es justo esa vivencia que su público experimenta lo que la artista cree que puede ayudar al ser humano a rencontrarse y ser más consiente sobre el medio que lo rodea, el mundo, fenómenos, circunstancias y objetos tanto naturales como creados por el hombre mismo y para llegar a dicha comprensión es necesaria una atención activa, una apertura mental especial y una contemplación ausente de todo interés personal.
Insensibilidad, el espíritu de esta época
Durante una presentación en el Electric Brixton, un club en el histórico barrio de la clase trabajadora en Londres, la rapera miró a la multitud y dijo: “¡No quiero verlos escondidos detrás de la pantalla del celular! ¡Esto es real! ¡Esto está ocurriendo! Estar juntos en esta habitación y vivir el mismo momento juntos”, mencionó, es “lo más cercano a conectar que muchos de nosotros experimentamos”. El argumento de la poeta es claro: en el fondo siempre estamos huyendo de aquello que no nos gusta del presente y la insensibilidad es una respuesta lógica a las embestidas de esta época.
Para la artista la insensibilidad o desconexión es un estado de ausencia y superficialidad a lo que sucede y es una respuesta natural a las múltiples violencias de nuestra época, “veo que la violencia de existir afecta a cada persona de una manera diferente y que la gente soporta ese peso como buenamente puede”, pero advierte que los peligros de ese aislamiento y de estar consumido por las preocupaciones del día a día pueden desembocar en la construcción de una sociedad cada vez más obsesionada con la satisfacción de perseguir sus propios sueños y logar el éxito individual a cambio de buscar el beneficio colectivo.
Arte: brújula para conectar con nosotros mismos
Conexión es una obra en la que surgen reflexiones y preguntas vitales sobre la desilusión que puede producir la vida contemporánea tras el hedonismo que reina en su desarrollo. Uno de los objetivos de la obra es hacer un llamado a la introspección del lector y recordarle que el papel del arte opera como una brújula capaz de encontrarnos, de conectarnos con nosotros mismos en un momento en el que la figura de lo colectivo se ha vuelto irreconocible en mitad de tanta distracción. Nos recuerda que el papel del teatro y la música han sido durante mucho tiempo, escenarios que nos han permitido indagar sobre nuestra moral y considerar nuestras diferencias, así como celebrar nuestras virtudes.
Materia de estudio desde tiempos remotos
Estas ideas han sido materia de estudios y discusiones de diferentes especialistas desde tiempos remotos. En su época, Platón se preocupó por las reacciones emocionales producidas en quienes acudían a los recitales de poesía, y Aristóteles llamó experiencia estética a aquellos efectos positivos por asistir al teatro. Desde entonces, la mayoría de los teóricos coincide en que las experiencias estéticas se consideran como tales cuando existe una participación emocional del experimentador. De acuerdo con la británica, para llegar a ese estado es necesario activar un circuito triangular en el que participan tres canales: los artistas, la obra y los espectadores. Al lograr que se involucren las tres partes, las experiencias que se logran son más completas, ricas y elevadas posibles y el resultado es que cada persona logre estar más comprometida y consciente del efecto que produce en el mundo.
Escrito en lenguaje inclusivo, este breve ensayo reivindica la creatividad como modo de conectar con los demás, de establecer una empatía que contrarreste la insensibilidad y coloca al arte como un adhesivo capaz de unir a la sociedad con su entorno no sólo al estar frente a una obra de arte, sino ante cualquiera de nuestras vivencias cotidianas. Si bien algunos de sus pensamientos pueden no ser nuevos, seguramente vale la pena repetirlos en este mundo desconectado y distraído. Tempest, como era de esperar, los entrega magníficamente, rítmicamente, pero también con claridad y una gracia feroz recordándonos que: “antes de que fuéramos cazadores, nos cazaban. Aprendimos a unirnos, pero no para matar, sino para mantenernos con vida”.