Comenzaré esta reflexión señalando que, como un burdo retuit, ocho años después de que apareciera en un diario extranjero un infundio, carente del más mínimo sustento, se refriteó la calumnia, movida por quien ajeno totalmente a la grandeza de la política, que es servicio a causas superiores, no politiquería ruin, ataca cada vez que se acercan los periodos electorales, buscando notoriedad artificial. Yo no gasto en encuestas, campañas de difamación ni cortinas de humo. Prefiero el mundo de las ideas y las acciones animadas por valores. El vacío ético y la escualidez intelectual (enanismo mental) no merecen atención alguna, pero no podía dejar de responder a la injuria y la diatriba. Mienten, golpean y pretenden denigrar, pero ante sus limitaciones congénitas sólo alcanzan a exhibir su bajeza moral y su estrechez de miras.
Entrando en materia, contra la tendencia descendente observada hasta 2019, la pobreza y la desigualdad, fermento de la injusticia social, se exacerbaron en el mundo, el subcontinente y el país, durante 2020 y lo que va de 2021. Es uno de los saldos negativos de la pandemia y de un neoliberalismo sin rostro humano.
A nivel global, mientras el número de personas que vivían en situación de pobreza extrema disminuyó desde 36 por ciento en 1990 hasta menos de 9 por ciento en 2018, ahora según el estudio El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, la crisis económica de 2020, derivada en gran parte de la pandemia de Covid-19, se tradujo en uno los mayores aumentos del hambre en el mundo en décadas, afectando a casi todos los países de renta baja y media.
Concretamente, el número de personas subalimentadas creció en 118 millones, para llegar a 811 millones, la décima parte de la población mundial, espiral que persiste este año, pues la pandemia está lejos de haberse disipado, según esa investigación elaborada de manera conjunta por la FAO, el FIDA, la OMS, el PMA y el Unicef.
De esta manera será imposible alcanzar el objetivo esencial del milenio de poner fin a la pobreza para 2030 si no se toman rápidamente medidas de política económica y social determinantes, según el Banco Mundial.
Mientras, en el subcontinente, según el estudio Panorama social de América Latina 2020, elaborado por la Cepal, el año pasado se registró una contracción del PIB regional de 7.7 por ciento y el cierre de 2.7 millones de empresas con el consecuente incremento del desempleo, que afectó sobre todo a las mujeres, “para un retroceso de 12 años en la pobreza y de 20 en la pobreza extrema”.
Lo más grave es que, en lo más valioso que son las vidas humanas, con sólo 84 por ciento de la población mundial, la región registró 27.8 por ciento de las muertes por Covid-19, como revela el análisis del organismo.
En México, específicamente, el número de personas en situación de pobreza aumentó en 3.8 millones, en comparación con 2018, de acuerdo con el Coneval, en su estudio La medición multidimensional de la pobreza en México 2018-2020, elaborado con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares del Inegi: en 2018 había 51.9 millones de personas en situación de pobreza, mientras en 2020, se incrementó a 55.7 millones.
En el rubro de población en situación de pobreza extrema se registró un aumento de 2.1 millones, por lo que el número total subió de 8.7 a 10.8 millones.
El ingreso laboral real de los ocupados indígenas, el rostro descarnado de la desigualdad social, fue de 2 mil 173.14 pesos, menos de la mitad del ingreso laboral real de los ocupados no indígenas (4 mil 619.90); es decir, una brecha de 2 mil 446.76 pesos.
Hay tres de seis carencias evaluadas que tuvieron un incremento. La de mayor impacto es la carencia por el acceso a los servicios de salud, indica el estudio: este rubro “en 2018 fue reportado 16.2 por ciento; para 2020 se reporta 28.2 por ciento, es decir, una expansión de 12 puntos”.
La pobreza laboral (porcentaje de la población con un ingreso laboral inferior al valor de la canasta alimentaria), particularmente, aumentó 3.8 puntos porcentuales a nivel nacional, al pasar de 35.6 por ciento a 39.4 por ciento entre el primer trimestre de 2020 y el mismo lapso de 2021.
Entre los factores que explican el incremento anual de la pobreza laboral se encuentran la disminución anual de 4.8 por ciento en el ingreso laboral real y el aumento de las líneas de pobreza extrema por ingresos (valor monetario de la canasta alimentaria), de 3.7 por ciento en zonas urbanas y de 4 por ciento en las rurales.
El comportamiento de las variables económicas y sociales no fue uniforme. Mientras la pobreza laboral aumentó en 26 de las 32 entidades federativas, especialmente en la Ciudad de México, Quintana Roo y Baja California Sur, en seis hubo un incremento del ingreso laboral real, y un descenso de la pobreza laboral, en comparación con el año anterior, sobre todo en Nayarit, Zacatecas y Oaxaca, estado en donde además hubo un crecimiento de 4.5 por ciento del PIB.
En suma, la batalla contra la pobreza no está ganada en México, AL y el mundo. Es el mayor déficit de las democracias, aquí y en muchas latitudes, y el mayor reto de los estados nacionales y regionales, más allá de las ideologías.
*Presidente de la Fundación Colosio