Alguien me comentó que el párrafo final de la pasada columneta le parecía, como se dice en el futbol americano, una “rudeza innecesaria de mi parte”. Es posible que así parezca, sobre todo porque ciertamente no es amable echar sal sobre una herida reciente. Lo que sí puedo alegar en mi favor es que mi dicho fue la respuesta fácil a uno de los acostumbrados despropósitos de don Felipe de Jesús, quien afirmó después de la consulta del día 1° del presente, en la que se nos preguntó a todos los ciudadanos si considerábamos que los cinco presidentes (y sus equipos de gobierno), que cubrieron los sexenios transcurridos entre 1988 y 2018, se habían comportado con apego a lo establecido en el artículo 87 constitucional, mismo que cada uno de ellos había protestado cumplir y hacer cumplir a cabalidad (aquí sí no se vale alegar aquello de: ni modo que mi compadre Genaro me lo cuente todo. ¿Hay confianza o no hay confianza?).
Pues de inmediato, al término del conteo de votos, el quinto ex presidente enlistado en la cuerda farfulló: frente a la “proeza” alcanzada por Margarita (¿de Casia?), mi cónyuge, de conseguir en todo el país 234 mil personas que avalaran mi sueño lunático, de que si era postulado por un partido diferente al de mis orígenes personales y familiares y re-gresaba a la re-sidencia presidencial no sería re-elección, sino re-conocimiento. Margarita, bien avituallada, se lanzó a la sagrada batalla. Los resultados no fueron acordes a las prebendas otorgadas por los entes antes favorecidos y hoy poco agradecidos. Pese a esto, la euforia ya fermentada se desbordó y declaró: (al menos esto fue lo que se le entendió cuando balbució: 9{0j8uXH2O40+55%Vol/Gay Lussac. ¿Qué, qué dice? Preguntó un profano. Ni te imaginas –contestó uno de sus traductores habituales–, quiere poner en ridículo en Twitter a los promotores de la consulta del 1° de agosto por su estruendoso fracaso. Siete millones de votos a favor de que se investigue si los “ex” se portaron como Dios manda es una herejía. Siete millones es una minoría que no debe ser tomada en cuenta, no representan a naiden, absolutamente a naiden. Con toda razón, nuestro “ya sabes quién” ni los veía ni los oyía. Veamos, les dice a sus acompañantes: ¿quién de ustedes escribe un ingeniosísimo gracejo que se me acaba de ocurrir y que me va a conseguir millones de likes? Reunidos en torno de una mesa hecha escritorio (o al revés) departían seis turbados bohemios, ahora ex funcionarios. Expectantes, fingiendo reír, esperaban el brindis hecho en Twitter para aplaudir frenéticos la comicidad e ingenio a los que ya estaban acostumbrados. Sólo el más joven e inexperto se dirigió hacia el baño, tras cerrar la puerta se vio en el espejo y preguntó a su imagen: ¿tampoco tú te atreverás a decirle que si 7 millones le parecen nada, ¿cómo considera los 102 mil 945 votos por el “no” que a duras penas conseguimos en todo el país?
Por lealtad, bueno, por conveniencia de este grupo, es decir, de nosotros, no deberíamos dejarlo exhibirse de esta manera. ¿Qué tal que a un perverso se le ocurra sumar estos votos negativos a las 234 mil firmas que logró en su heroica tournée la abnegada señora Margarita, quien hizo esfuerzos infinitos tratando de darle presencia corporal a la “aparición” del nuevo partido que le brotó, a Él, en un sueño, o digamos mejor en un ensueño? La señora Margarita tendrá ahora la oportunidad de explicar, desde la más alta tribuna del país (¿en verdad será la más alta?, a mí me ha tocado, algunas veces, ver esta tribuna en el subsuelo ético y mental), algunas cuestioncillas pendientes sobre ese tan claro y difuso rubro conocido como “conflicto de interés”. Esperemos que su patrona, Santa Rita de Casia, la ilumine.
Y, por cierto, conviene recordarle que el hábil manejo de la puerta giratoria que permite salir y entrar del lobby de un hotel o de un partido político, en una sola girada, no sólo es poco serio o éticamente justificable, sino que tampoco acarrea fueros que engrosen el patrimonio familiar. O sea, en pocas palabras, que el fuero constitucional que ampara a los legisladores no forma parte del menaje de casa. Ojalá tengamos oportunidad de aclarar de dónde salieron esos cien mil votos de quienes no consideran justo investigar a una pandilla de élite de la delincuencia superorganizada e institucionalizada Y, si nos da tiempo, ¿por qué no platicamos de este problema mental que aqueja a quienes todos los días reclaman, exigen, la salida de AMLO y, cuando dentro de la legalidad se les pone al alcance de la mano realizar sus pretensiones, ellos mismos se dedican a convencernos de lo perjudicial que para el país sería ese desatino? ¿Hay algo que los buenos no sabemos?
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