La inversión extranjera directa (IED) (establecimiento de empresas, compra de existentes, absorciones / fusiones, y compra de acciones en otros países) totalizó 999 mil millones de dólares a nivel mundial en 2020, cifra -35.0% inferior a la de 2019 por la contracción pandémica (Gráfico 1). Del total, las economías avanzadas recibieron el 31%, las economías en transición (Europa del Este) el 2%, y las economías en desarrollo el 66%, según la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo).
América Latina, según la CEPAL, muestra una trayectoria descendente en la captación de IED desde 2012 cuando entraron 214 mil 644 millones de dólares, hasta los 105 mil 644 m que recibió en 2020, -34.7% respecto a 2019. De éstos últimos, 44,661 m fueron a Brasil (-35.4%), 31,365 m entraron a México (6.6% más que en 2019), 8,528 m a Chile (-32.2%), 8,100 m a Colombia (-43.4%), y 4,019 m a Argentina (-39.7%) (Gráfico 2). Bolivia registró una desinversión de -1,097 millones de dólares.
Con ello, el acervo (acumulado) de IED en América Latina y el Caribe llegó a 2.4 billones de dólares en 2020 (Gráfico 3), siendo los países con más IED: Brasil 765 mil millones, México 629 mil m, Chile 277 mm, Colombia 214 mm, y Perú 116 mmd.
En México, de los 31,365 millones ingresados, sólo 6,622 m (21.1%) fueron aportes nuevos de capital, 16,065 m (51.2%) fueron reinversión de las (enormes) utilidades que aquí obtienen, y 8,679 m (27.7%) son préstamos dentro del mismo grupo de empresas, financiamiento que no debe considerarse inversión directa (Gráfico 4).
Según su origen, la CEPAL indica en cifras redondeadas que la IED recibida por México en 2020 provino de: Estados Unidos 38%, Europa 32, Canadá 16, Japón 5, América Latina 5, y otros países o regiones 5% (Gráfico 5).
Tal vez el mayor crimen contra la nación – de los múltiples cometidos en casi todos los ámbitos por los regímenes neoliberales – fue el económico y en particular la permisiva apertura de México al capital extranjero que tiró por la borda todo lo ganado en décadas y de un plumazo permitió y hasta alentó la desnacionalización económica, la transferencia masiva de activos mexicanos (empresas) al capital extranjero.
Hoy México es de hecho una neocolonia subordinada al capital corporativo (IED) que domina y sigue apoderándose de los recursos naturales, industria, servicios, patentes, playas y territorios, ahorros y pensiones,... El libertinaje absoluto en materia de inversión extranjera está en el centro del interés neoliberal para el predominio del capital global. Sus efectos monopolistas asfixian a las economías débiles, y por ello México no crece más allá del 2 por ciento anual desde hace casi cuatro décadas, ni lo hará si no se instrumentan políticas ordenadoras del mercado, antimonopólicas y limitantes en materia de inversión extranjera directa, que puede ser positiva bajo control y también profundamente negativa sin control. Esto se espera de la 4T.
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