Si bien la reforma laboral de 2019 habilitó la democracia y libertad sindical así como la participación activa de los trabajadores en esas organizaciones, también propició un “cambio de paradigma en el sindicalismo mexicano”.
Mientras la creación de nuevos representativos de asalariados llamados minoritarios ocasionará que los líderes de organizaciones “viejas” tengan que “pelear por la filiación de sus trabajadores”, la desventaja es que ahora se “quiebra la unidad sindical” por intereses de grupos pequeños, que podría propiciar el “golpeteo constante entre sindicatos” y, por ende, beneficiar a los patrones.
Así lo advirtió Alberto Romero, coordinador de vinculación de la Universidad Obrera de México, quien apuntó que, al no responder a los intereses de los asalariados, los sindicatos grandes o “viejos” tendrán que “trabajar duro y hacer acción sindical de construcción, de planes y de programas de desarrollo para no perder unidad”.
De lo contrario, sufrirán el éxodo de agremiados que se consolidarán en nuevas pequeñas organizaciones.
Los ponen a trabajar
“Estamos ante otro paradigma, porque ahora los que hacían sindicalismo tradicional, que sólo representaban o negociaban y se sentaban a la firma de convenio o de un contrato colectivo, tienen que hacer activismo los 365 días del año, porque el trabajador lo va a exigir, porque le va a decir a su líder: ‘o haces algo por nosotros que salga de lo estándar o nos vamos a las nuevas organizaciones’”, subrayó.
En entrevista con La Jornada, Romero comentó que existe un escenario posible en el que los patrones alienten a crear pequeños sindicatos blancos –surgidos de acuerdos entre líderes obreros y empleadores– sólo con la intención de debilitar a una organización mayoritaria que no sea de su agrado.
De acuerdo con información de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), desde la reforma a la Ley Federal del Trabajo de 2019 se han otorgado 448 registros o tomas de nota a nuevos sindicatos, confederaciones y federaciones a escala nacional.
El especialista aclaró que el propósito de la reforma constitucional de 2017 y la de la legislación laboral de 2019 se encaminó precisamente a no debilitar a los grandes sindicatos, sino a generar democracia y libertad sindical, aspectos coincidentes con los acuerdos que se circunscriben en el acuerdo de libre comercio T-MEC, y, a su vez, apoyada en los convenios 87 y 98 de la Organización Internacional del Trabajo.
Desaparecen conquistas
En el caso de los sindicatos minoritarios, señaló que un problema es su reconocimiento y es un proceso “que tarda un poco”, ya que deben contar con el apoyo de 33 por ciento de sus agremiados para obtener la constancia de representatividad, necesaria en la negociación de un contrato colectivo. De lo contrario, no lo podrán hacer y “tendrán que seguir a la sombra del sindicato mayoritario”. Respecto de estas organizaciones, destacó que la influencia político-económica que han ganado con los años será benéfica para algunas empresas y querrán seguir negociando con ellas, pero ahora, por ley, los dispendios económicos y las grandes prestaciones” irán desapareciendo, alertó.