Puerto Príncipe. A una semana del terremoto que devastó el suroeste de Haití y mató a casi 2 mil 200 personas, mientras 332 siguen desaparecidas, sobrevivientes luchan por conseguir agua y alimentos, mientras los convoyes humanitarios comienzan a distribuir productos de primera necesidad, a menudo en cantidades insuficientes.
Ayer se llevó a cabo la distribución informal de ayuda humanitaria en Los Cayos, la tercera ciudad más grande de Haití y la más afectada por el sismo. La entrega no contó con ninguna logística y los sacos de arroz fueron arrojados hacia la multitud sin identificar previamente a los beneficiarios como personas en situación de vulnerabilidad.
El camión de un convoy fue saqueado antes de que interviniera la policía haitiana. El resto de la mercancía se distribuyó desde una comisaría en medio de gran confusión.
Marcel François ve desfilar la ayuda frente a las ruinas de su casa, donde pasa los días, en la carretera entre el aeropuerto y el centro de Los Cayos.
“Veo a muchas autoridades yendo de un lado a otro, procesiones de funcionarios con sus sirenas, grandes coches de las ONG. También veo pasar camiones, pero nada me llega a mí”, relató el hombre de 30 años, que, como muchas de las víctimas, sobrevive gracias a la generosidad de sus allegados.
Estados Unidos anunció el despliegue de 200 marines en el país. Los ocho helicópteros que el ejército estadunidense puso a disposición siguen evacuando a los heridos más graves de las zonas afectadas por el terremoto a hospitales especializados en Puerto Príncipe y la ciudad de Mirebalais.
La Defensa Civil haitiana se esfuerza por coordinar la ayuda que llega de países y organizaciones.
Esta última catástrofe natural golpeó a Haití en un momento en que el país se encuentra en plena crisis política, tras el asesinato, en julio, del presidente Jovenel Moïse. La investigación para determinar quién está detrás del magnicidio está paralizada.