Es verdad que después de la magra cosecha mexicana de medallas en Juegos Olímpicos, las expectativas del medallero en Paralímpicos suelen dispararse; también es cierto que la delegación tricolor del deporte adaptado obtiene más podios, reconoce José de Jesús Castillo, medallista mundial, panamericano y bronce en Río de Janeiro 2016 en levantamiento de pesas.
En la edición reciente en esa ciudad brasileña, los tricolores obtuvieron 15 presas, cuatro de oro, dos de plata y nueve de bronce, que los colocaron en la posición 29, seis sitios abajo del de Londres 2012.
Castillo no siente que los atletas paralímpicos carguen con el peso de una obligación. Lo que sí asumen con total seriedad es la responsabilidad depositada en la delegación.
“No vamos presionados por cumplir la expectativa histórica de México en Juegos Paralímpicos”, aclara; “lo que sí llevamos es la responsabilidad de hacer lo mejor. Nadie va a un torneo con la idea de perder, pero ya en la competencia los detalles determinan si subes o no a un podio, lo mismo que en Olímpicos. Medio kilo te puede dejar fuera de una medalla”.
La interrupción por la pandemia y la posterior incertidumbre debido a la postergación y temor de cancelación definitiva provocaron demasiada inestabilidad en los estrictos programas de preparación. Sin competencias internacionales ni campamentos, todo se volvió incierto.
Apenas en febrero pasado hubo una Copa del Mundo, en Bogotá, donde Castillo conquistó la medalla de oro. Fuera de eso, pudieron calibrar su propio estado y el de los rivales.
En el segundo mes del año “salimos para la Copa Mundial; fue la única cita previa a los Juegos Paralímpicos”, dice, sorprendido. “El impacto de esa anormalidad no será sólo para nosotros, porque el mundo entero lo padeció y el enigma de qué ocurrirá en Tokio se aplica para todos”.