El anhelo de Lucila Venegas al entrar al arbitraje era cubrir unos Juegos Olímpicos, sueño que cumplió en las ediciones de Río 2016 y Tokio 2020, y después de 22 años de carrera anuncia su retiro tras haber dirigido también en dos copas del Mundo femeniles y tres de categorías juveniles, y haber ganado en 2019 el Premio Nacional de Deportes como mejor juez.
“No doy un paso al costado, doy un paso al frente. Me voy en un momento en el que me siento plena y satisfecha en mi carrera, es un privilegio poder retirarme cuando yo lo decidí, ya hemos visto a otros atletas que poco a poco se apagan, yo me voy en un muy buen momento”, sentenció.
Con un pago de 80 pesos y “20 en la bolsa para los pasajes”, Venegas comenzó en 1999 como silbante; dirigía en las canchas del amateur y llanero. En 2005 pasó a la tercera división, con una retribución económica de 700 pesos.
En una época en la cual las mujeres tenían poca proyección en el arbitraje, logró convertirse en una de las pocas silbantes, junto con Virginia Tovar y Quetzalli Alvarado, en dirigir en el desaparecido Ascenso Mx, hoy Expansión Mx.
“Antes teníamos que pasar por varias categorías, desde la tercera, segunda división y reservas nacionales. Creo que pocos la recuerdan, pero era el duelo previo al máximo circuito, todos lo querían arbitrar, pagaban súper poquito, pero veías a los árbitros y jugadores de primera división”, recordó.
–¿Qué tanto ha evolucionado el arbitraje femenil desde entonces?
“En el plano internacional, poco a poco hubo más patrocinio y apoyo para que se difundieran los mundiales. En México, la Liga Mx Femenil fue una revolución, ahora las silbantes pueden hacer una carrera en ese torneo, se les da más proyección”, aseguró.
Lucila recibió en 2008 el gafete FIFA, obtenido por pocas silbantes tricolores. Y aunque era la llave para eventos internacionales, tuvo que esperar al menos dos años para dirigir partidos de México.
“En ese entonces no había muchos juegos internacionales, no es como ahora que hay eliminatorias, amistosos y varios torneos.”
Su primer duelo internacional fue en una eliminatoria Sub-17 en Costa Rica; su buen desempeño la llevó a dirigir los mundiales juveniles de 2014 y 2018. Alcanzó la categoría mayor en las copas del Mundo de Canadá 2015 y Francia 2019.
La espera de los Juegos Olímpicos la concretó al ser seleccionada para Río 2016, donde tuvo una trascendental actuación al grado de dirigir la semifinal. “Imagínate, fue un Maracanazo, el equipo local perdió contra Suecia en penales y yo era la árbitra”, narra aún emocionada.
El halo de los Juegos Olímpicos también la siguió en su retirada. El último duelo donde impartió justicia fue en Tokio 2020, cuando incluso pudo probar la tecnología del VAR, la cual fue incluida en la rama femenil en el Mundial de 2019 pero no ha llegado a los partidos de mujeres en México.
“En mi último partido tuve dos intervenciones, el VAR es una gran herramienta para nosotros, como una segunda oportunidad en la cancha, de esas que a veces también quisiéramos en la vida.”
Lucila quiere mantenerse en el arbitraje para guiar a las nuevas generaciones. Su trayectoria no ha pasado inadvertida y recibió una invitación de la Concacaf para tomar un curso de instructores.
“Quiero estar preparada para cuando llegue una nueva oportunidad, en este año aún faltan muchas competencias y sería un privilegio retirarme como árbitra para debutar enseguida como instructora”.