Para el prolífico músico californiano Ty Segall, grabar discos es algo tan cotidiano como ensayar, actuar cada semana, comer y respirar. Alejado de los parámetros de las disqueras y sus marketeos espaciados, el estrambótico y explosivo guitarrista, compositor y cantante, no puede parar de meterse al estudio, usualmente con una misión similar cada vez: plasmar su inevitable desparrame de distorsión alterada, plena de energía, luz melódica, letras surreales y arreglos cósmicos.
Aparecido en el orbe fonográfico como solista en 2008, tras tocar un lustro con The Epsilons, ha ofrecido al mundo álbumes sorprendentes y gozosos, con toques retro-60s, para quienes siguen gustando del guitarrazo ensordecedor, con la peculiaridad de poseer diferentes miradas sonoras, desde los distintos lados de su misma poliédrica moneda, de modo que puede pasar de un disco de temas folk, al noise más rasposo y puerco, producidos siempre con deliberada baja fidelidad.
Cuando surgió, las comparaciones con el estilo de Jack White fueron comunes (aún hoy día sus solos de guitarra suenan emparentados, por tener las mismas influencias); sin embargo, fue puliendo su propia personalidad. Con más ascendencia garage (The Sonics, The Standells) y proto-punketa (The Stooges) que bluesera (hay más Black Sabbath que Led Zeppelin en su sangre), ha ido construyendo un punk sicodélico bastante peculiar. Destacan en su haber los discos Lemons (2009), Melted (2010), los ácidos Hair , Slaughterhouse y Twins (los tres de 2012); el experimental y ruidoso Emotional Mugger (2016), Freedom’s Goblin, en que trabajó con el súper productor Steve Albini (2018). Luego llegó el magnífico Joy (también de 2018), quizá uno de sus momentos más notables, al lado del brillante White Fence (Tim Presley). Los tres trabajos posteriores fueron un poco más reiterativos, hasta el que ahora estrena: Harmonizer (Drag City, 2021), con el que llega un nuevo cambio de piel.
Con producción menos lo-fi de lo acostumbrado, prístino y claro (aunque conserva sus acostumbradas composiciones de rock y glam sicodélicos, con guitarras y solos esplendentes), la novedad es el uso de sintetizadores al por mayor. Desde la portada, en que aparece él mismo (nunca sale en sus carátulas) rodeado de luces coloridas de neón, adelgazado (solía ser gordito), se nota una actitud e intención de ser un poco más pop, lo cual en este locazo alternativo, es un decir, pues artísticamente sigue saliéndose de los moldes al combinar sonidos de diferentes épocas en un solo futuro.
Con la detonación eléctrica que le caracteriza, los teclados progresivos enmarcan sus guitarras filosas, para situarlas en un entorno más sideral; cajas de ritmos, guitarras robotizadas, bajos sintéticos y coros procesados, dotan de una nueva tímbrica a su rock setentero. Con espíritu y creatividad incansables, el disco suena diverso en melodías y propuestas, aun sin salirse de su perfil: desde alguna balada gótica hasta un boogie analógico, pasando por una cruza entre Devo y Blondie en el tema Feel Good, en la que canta su esposa Denée Segall. Quizá para los seguidores exhaustivos, el álbum suene a un poco más de lo mismo, pero con más lustre. Mas, para el orbe, se trata de un excitante aliciente musical, no menos intrigante dentro de la carrera de este torbellino.
Si las condiciones lo permiten, Segall actuará en México encabezando su proyecto alterno Fuzz, de sonido similar a lo aquí descrito, pero más inmediato, dentro del festival Hipnosis (4, 5 y 6 de noviembre).
La semana del retorno en NY
Después de conciertos como el de Foo Fighters (junio 20, Nueva York) y el festival Lollapalooza (julio 29, Chicago), los estadunidenses están dando pasos un tanto temerarios, para tratar de volver a la vieja normalidad en cuanto a conciertos. En los casos citados, fue requerido el comprobante de vacunación para asistir. Asimismo, este sábado 21 se llevará a cabo en Central Park de Nueva York, el cierre del acto musical gratuito y callejero llamado La semana del retorno , en que actuarán Bruce Springsteen, Patti Smith, Santana, Elvis Costello, entre otros, con la misma condición, en aras de incentivar la vacunación. La medida suena atractiva y podría ser un ejemplo a seguir. De hecho, a tres semanas, con cien mil asistentes, no se ha reportado ningún caso de gravedad por Covid-19 tras el Lollapalooza, lo que da aliento a los gustosos de la música masiva. En México ya se tienen pensados festivales y conciertos al aire libre, como el citado Hipnosis o el de los mismos Foo Fighters, para noviembre, aunque no se habla de pedir certificado alguno. El curso de la epidemia irá dictando lo necesario; por lo pronto, se confía en que para entonces la mayoría de los mexicanos ya esté vacunada.
Próximos Prójimos
Jueves 26. La exitosa banda zacatecana de rock triste y retro, Enjambre, presenta en vivo su nuevo disco Próximos Prójimos. Autódromo Hermanos Rodríguez; 20:30 horas, $408 a $1,536 (palcos para 2 a 6 personas).
Twitter: patipenaloza