Se están acumulando los asuntos que, desde niveles operativos menores, han escalado hasta requerir la intervención declarativa, no siempre afortunada, del Presidente de la República. Ejemplos: los cambios en la agregaduría cultural de la embajada de México en España y la carta compromiso de padres de familia para enviar a sus hijos a clases presenciales.
El director ejecutivo de la diplomacia cultural de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Enrique Márquez Jaramillo, renunció ayer a su cargo (que dejará el último día del mes en curso) mediante una carta dirigida a su jefe, Marcelo Ebrard, en la que atribuye su decisión a los “recientes y lamentables acontecimientos que se suscitaron” luego de que retiró de la agregaduría al escritor Jorge F. Hernández, por declaraciones misóginas contra la embajadora en España, según la versión oficial, en movimiento laboral que coincidió con la publicación de un artículo sarcástico de Hernández hacia Marx Arriaga, funcionario de la 4T, sin nombrarlo, a raíz de expresiones de este relacionadas con la lectura.
Luego vino la designación de su relevo, la escritora Brenda Lozano, a quien seguidores de la llamada 4T señalaron con acritud por los tuits, memes y comentarios burlones y descalificatorios que tiempo atrás había colocado en redes sociales. Pareció a esa franja que no es congruente ni alentador que se premie así a alguien que opinaba negativamente de un gobierno al que ahora representará en el extranjero.
Márquez Jaramillo atajó, con su renuncia, las críticas que ya alcanzaban a Ebrard. Dijo asumir que sus “espacios de acción e interlocución con la comunidad cultural ya no son los de antes”. Sería consecuente que la designada Lozano se pregunte si esos espacios se han acortado también para ella y lo más congruente fuera su solidaria renuncia.
El tema llegó a la matutina conferencia presidencial de prensa y su conductor no mostró rechazo al perfil y a las anteriores comunicaciones de la nueva agregada cultural. Pero fue más allá: trató de justificar tal designación a partir de que “es muy difícil encontrar en el aparato administrativo gente que no esté relacionada con académicos, con intelectuales, que dominaron durante mucho tiempo [...] está cundido el país, o sea, de este pensamiento conservador, neoliberal, porque, imagínense, si nada más había dos grupos que dominaban en el mundo de las letras, lo hemos dicho aquí: el de Krauze y el de Aguilar Camín”.
A partir de un diferendo menor en el ámbito de la Secretaría de Relaciones Exteriores, el presidente que promueve una Cuarta Transformación nacional terminó aceptando que no tiene o no encuentra cuadros propios de su corriente política e ideológica para ocupar cargos administrativos, es decir, para impulsar y garantizar los cambios que se desean. Explicación presidencial, por lo demás, sumamente controversial, pues en la izquierda o en el progresismo nacionales hay muchos cuadros con experiencia y compromiso para representar culturalmente a México en cualquier país del extranjero.
A su vez, el tema de la carta compromiso se volvió por momentos una comedia de equívocos. La coordinadora de la sección de Quién es Quién en las Mentiras de la Semana, Elizabeth García Vilchis, tachó a varios medios de difundir información falsa, mientras el Presidente decía desconocer la mencionada carta que había sido presentada días atrás en la misma mañanera por la titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Delfina Gómez.
En el batidillo se incluyó injustamente el logotipo de Aristegui Noticias, el medio que había publicado la información exacta del tema. El editor general de este medio radiofónico y de Internet, Gustavo Sánchez, aseguró que la propia SEP entregó la carta “oficial” antes de que la compartiera de manera general con todos los medios (https://bit.ly/3gd7nSC). Por ello se compartió el documento con la leyenda “descarga aquí la verdadera carta-compromiso para regreso a clases”. ¡Hasta mañana!
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