Si algo se debe analizar a fondo es hasta dónde salpicó el caso Mauricio Toledo a todo el ámbito político de la Ciudad de México, porque se trata de algo más que las pillerías de un personaje a quien desde hace casi una década le seguían los pasos.
Sí, el daño es terrible y abona a la muy mala imagen de diputados y senadores que ocupan ahora, y antes, un escaño o una curul en las cámaras correspondientes, pero eso que es lo más visible en las tropelías de Toledo es nada si se analizan las redes de complicidad alrededor del hoy petista y antes perredista.
Quienes revisaron el caso aseguran que Toledo había tejido, con ayuda de la entonces Procuraduría de Justicia capitalina, una red de protección que, al final, no podría servir para evitar su desafuero, pero sí le construyó una salida de emergencia a fin de que no se le detuviera en esta ciudad.
Si en algún momento Toledo hizo y deshizo en el PRD, auspiciado por el chuchismo y convenientemente arropado por las autoridades de gobierno, hoy enquistado en el Partido del Trabajo (PT) al que por razones, que convertidas en una constante y sospechadas por todos, son el botón de mando con el que logra manipular a unos y otros con cierta facilidad.
Sólo habría que recordar que el mismo día en el que se aprobó el desafuero del diputado relecto, poco antes de que iniciara la sesión, Ricardo Monreal se acercó a un par de senadoras de Morena, Martha Alicia Caraveo y Lilia Margarita Valdés, que después, a la hora de la votación, se abstuvieron.
Y no es todo. El mismo Toledo también mantuvo las riendas de la entonces delegación Coyoacán, que después de tantos errores administrativos y políticos que piloteaba dio la espalda a la izquierda y cayó en manos del panismo.
Él, Mauricio Toledo, impuso en su momento al ex futbolista Manuel Negrete, que acabó con la confianza que la gente tenía en las administraciones de la izquierda, y para que nadie lo acusara de desviar el camino exigió a Negrete que propusiera como candidato a la alcaldía a uno de sus hombres más cercanos.
Se trataba de seguir metido en ese lugar.Juan Silva Noyola, quien fungió como asesor de Toledo durante su paso por la hoy inexistente Asamblea Legislativa, pero también ocupó varios cargos en la administración coyoacanense.
La gente ya no podía permitir más abusos y la votación se fue hacia el lado azul, que casi con seguridad no habrá de ser diferente de lo que ya se ha vivido. En fin, el asunto de Toledo merece, sin duda, una análisis de lo que significa, aun ahora, jugar con el poder, y si no pregúntenle a Monreal.
De pasadita
Aunque hay quien asegura que la ley reglamentaria para la revocación de mandato debe salir sí o sí, pues el asunto es del orden constitucional, esta vez no habrá periodo extraordinario en la Comisión Permanente del Congreso para tal fin, porque por un voto y con la colaboración del senador Eduardo Ramírez, acólito de Monreal, que no respetó los acuerdos pactados con anterioridad, se rechazó ir a una nueva sesión que permitiera reglamentar la consulta, cuando menos así pintaban las cosas hasta entrada la noche de ayer.
Parece que este es el momento para que los senadores de Morena empiecen a pensar muy en serio si Monreal es quien debe representarlos, dado que ya ha demostrado, en diferentes momentos que no puede manejar a los senadores de su partido, más que cuando los asuntos de su interés están en juego.
Es muy probable que Monreal haya sentido algunos pasos en la azotea porque a eso de las 16 horas de ayer, después de una protesta severa de muchos legisladores morenistas, se citó a una nueva reunión extraordinaria para tratar de lograr otro periodo en el que se discuta y apruebe, en su caso, la reglamentación que la oposición busca impedir.
Por fin se aprobó un tercer periodo extraordinario. Hasta el cierre de esta edición se buscaba que se efectuara anoche mismo; sin embargo, la discusión se habrá de llevar a cabo hasta hoy. Ya veremos qué sorpresas nos trae el alegato.