Madrid. Desaparición de hábitats y uso de pesticidas están provocando la pérdida de especies polinizadoras en el mundo, lo que supone una amenaza para los servicios ecosistémicos que proporcionan alimentos.
Así lo afirmó un grupo internacional de expertos, dirigido por la Universidad de Cambridge, que ha utilizado las pruebas disponibles para crear el primer índice de riesgo planetario de las causas y efectos de la drástica disminución de los polinizadores en seis regiones del orbe.
Las abejas, mariposas, avispas, escarabajos, murciélagos, moscas y colibríes que distribuyen el polen, vital para la reproducción de más de 75 por ciento de los cultivos alimentarios y las plantas con flor –incluidos el café, la canola y la mayoría de las frutas–, disminuyen visiblemente en el mundo, pero se sabe poco de las consecuencias para las poblaciones humanas.
“Lo que ocurra con los polinizadores podría tener enormes repercusiones para la humanidad. Estas pequeñas criaturas desempeñan un papel fundamental en los ecosistemas del mundo, incluidos muchos de los que los humanos y otros animales dependen para alimentarse. Si desaparecen, podemos estar en graves problemas”, aseguró Lynn Dicks, del Departamento de Zoología de Cambridge
Ella reunió a un equipo de 20 científicos y representantes indígenas para intentar una evaluación inicial de los factores que impulsan y los riesgos de esa disminución.
Según el estudio, publicado en Nature Ecology & Evolution, las tres causas principales de la pérdida de polinizadores son la destrucción del hábitat, seguida de la gestión de la tierra –principalmente el pastoreo, los fertilizantes y el monocultivo– y el uso generalizado de pesticidas. El efecto del cambio climático ocupa el cuarto lugar, aunque los datos son limitados.
Déficit en los cultivos
Tal vez el mayor peligro directo para el humano en todas las regiones sea el “déficit de polinización de los cultivos”: la disminución de la cantidad y la calidad de las cosechas de alimentos y biocombustibles. Los expertos calificaron la amenaza de “inestabilidad” del rendimiento de los cultivos como grave o alta en dos tercios del planeta –desde África hasta América Latina–.
“Los cultivos que dependen de los polinizadores fluctúan más en su rendimiento que, por ejemplo, los cereales. Los fenómenos climáticos cada vez más inusuales, como las lluvias y temperaturas extremas, ya los están afectando. La pérdida de polinizadores añade inestabilidad: es lo último que la gente necesita”, señaló Docks.
Un informe de 2016 al que contribuyó la investigadora sugirió que se ha producido un aumento de hasta 300 por ciento en la producción de alimentos dependientes de los polinizadores en el pasado medio siglo, con un valor de mercado anual que puede llegar a unos 489 mil millones de euros.
La reducción de la diversidad de especies se consideró un riesgo global de primer orden para el ser humano, que no sólo pone en peligro la seguridad alimentaria, sino que supone una pérdida de “valor estético y cultural”. Estas especies han sido emblemas de la naturaleza durante milenios, argumentan los expertos, y se presta muy poca atención a cómo su disminución afecta al bienestar de las personas.
“Los polinizadores han sido fuentes de inspiración para el arte, la música, la literatura y la tecnología desde los albores de la historia de la humanidad. Las principales religiones tienen pasajes sagrados sobre las abejas. Cuando la tragedia golpeó Manchester en 2017, la gente recurrió a ellas como símbolo de fuerza comunitaria”, recordó.
“Los polinizadores suelen ser los representantes más inmediatos del mundo natural en nuestra vida cotidiana”, sostuvo.
Los investigadores recuerdan que “estamos en medio de una crisis de desaparición de especies, pero para mucha gente eso es intangible. Tal vez los polinizadores sean el medidor de la extinción masiva”.