Nadie mejor que la militancia para diagnosticar los males de una organización política, y esta vez son los azules, los que en el mejor de los casos han tachado a su partido, Acción Nacional de “chiquito”, y cerrado a la ciudadanía.
Estos calificativos, que provienen de lo que se piensa dentro de ese organismo político, se quedan cortos porque además el Partido Acción Nacional, el representante más antiguo de la derecha en el país, también se ha autoengañado.
Y es que los azules han supuesto que lo que sucedió en la Ciudad de México, su triunfo en algunas alcaldías, es la prueba indiscutible de su crecimiento y fuerza, pero no toman en cuenta, o no lo quieren hacer, que el voto emitido en esta capital es más un voto visceral que un sufragio en consciencia.
Fue el gobernador en Querétaro, Francisco Domínguez quien aseguró que su partido estaba cerrado a la ciudadanía, luego de que se supo que el padrón de los azules apenas supera los 270 mil militantes, un poco más del número que se exige para tener el registro ante las autoridades electorales.
Y en ese autoengaño, al que son tan proclives los panistas, habrá que recordar que si bien capturaron el voto de la víscera en la CDMX, solo lograron ganar dos gubernaturas de las 15 que estuvieron en disputa en las elecciones pasadas. Es decir: el fracaso fue rotundo. Una “catástrofe” acepta la diputada Adriana Dávila.
Pero además, hoy que Acción Nacional parece ya no representar a ningún tipo de ideología conservadora, porque se ha convertido en un buen negocio para la cúpula del organismo, la disputa por la gerencia del partido, mejor conocida como presidencia partidista, se ha vuelto un pleito de fracciones que aparentan ser irreconciliables.
La prueba la exhiben los mismos azules que se quejan por la ausencia de democracia interna, y añaden que la vida partidista se resuelve por acuerdos entre las cúpulas, porque eso resulta más fácil, y conveniente, que dejar participar a la militancia.
Y todo esto sin señalar que dentro de Acción Nacional, como ya habíamos explicado, los intereses de unos y otros por la gerencia azul ha dividido al organismo en núcleos de negocio, parecidos a las tribus de Morena, carentes de formación ideológica, pero atentos al negocio electoral.
El PAN deberá cambiar dirigencia en estos días, pero por ningún lado se ve la puerta de salida, los aspirantes a la gerencia solo tienen una meta que nada tiene que ver con el país, se trata, de todas formas, de hacer negocio y tan-tan.
De pasadita
Y ya que hablamos del panismo, no hay que dejar de lado las muy malas decisiones del tribunal electoral que encontró culpable de hacer trampa en la elección a Mauricio Tabe, cosa que se denunció en este diario de todas formas, pero sólo se le habrá de multar.
Nos referimos a Tabe porque los otros involucrados en prácticas lejanas a lo legal no tienen ahora ninguna responsabilidad pública, porque perdieron, pero en el caso del que será Alcalde en Miguel Hidalgo, habrá que decir que las acciones por las que ha sido condenado por la autoridad, las pudo haber hecho consiente de que sobre el triunfo del chanchullo no habría ninguna repercusión, y así fue.
Lo conducente habría sido, en caso de que la voluntad ciudadana hubiera sido alterada por algún tipo de trampa, la anulación de las elecciones, lo que no ocurrió, y es que para Tabe como para el panismo en general pagar una multa es lo de menos, hacer una elección limpia, eso sí representa una gran dificultad, pero ni modo los dueños de la verdad absoluta sobre las elecciones aún no se dan cuenta de que la multa es el equivalente a la impunidad. No entienden nada.