En la región de América Central el Covid-19 ha causado severos deterioros en la seguridad alimentaria y la nutrición, al poner en riesgo la disponibilidad de comida para las personas, además de que el confinamiento social interrumpió cadenas de suministro, indica el estudio “Efectos del Covid-19 en los sistemas agroalimentarios de Centroamérica” del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (Cedrssa) de la Cámara de Diputados.
Advierte que esta crisis provocó la caída en el nivel de ingresos de los hogares, exacerbó la desigualdad y afectó a los grupos de población vulnerables.
El año pasado en México, 22.5 por ciento de la población (28.6 millones de personas) careció de acceso a alimentación nutritiva y de buena calidad, indicó por su parte el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
El estudio del Cedrssa señala que en 2021 se espera un incremento de la inseguridad alimentaria aguda en América Central, debido al impacto de los Huracanes Eta e Iota, ocurridos en noviembre pasado, y a los efectos económicos de la pandemia.
La oferta de alimentos, las medidas de restricción de la movilidad y de confinamiento social incidieron en las cadenas de suministro, lo que afectó la disponibilidad, los precios y la calidad de la comida.
“Los efectos sobre la oferta de alimentos han provocado en algunos casos fluctuaciones de los precios pagados por los productores y recibidos por los consumidores”, refiere.
La pandemia ha puesto en evidencia “la imperiosa necesidad de realizar cambios urgentes en las políticas públicas para lograr la seguridad alimentaria y la nutrición en la región de Centroamérica y en el mundo”.
Considera que las políticas alimentarias deben reconocer la vinculación entre los sistemas alimentarios, ecológicos y económicos. El Covid-19 “puso de manifiesto la relación entre la expansión de la agricultura industrial, el incremento de las zoonosis y la complejidad de los vínculos entre los sistemas ecológicos y alimentarios”.