El invitado principal fue Eduardo Tricio Haro, el poderosísimo presidente del Grupo Lala, productor, comercializador y distribuidor de productos lácteos (entre otros). De entrada, en el acto realizado en Lerdo, Durango, para insistir en la importancia de un plan denominado Agua Saludable, Tricio fue anunciado en un significativo orden jerárquico: primero el Presidente de la República, luego los gobernadores de Durango (el panista José Rosas Aispuro) y Coahuila (el priísta Miguel Ángel Riquelme), que en sus alocuciones lo mencionaron expresamente; enseguida el director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), Germán Martínez Santoyo, quien de manera abierta saludó “también afectuosamente” al citado Tricio (https://bit.ly/3jVXYQn) y, luego, quien marcadamente ha sido señalado como responsable y beneficiario de la crisis hídrica de la región binacional conocida como Comarca Lagunera o La Laguna.
Nadie, en ese estrado en el que se le concedió un asiento de privilegio al empresario agropecuario, señaló directamente el grado de responsabilidad de Lala. El Presidente de México habló en lo general, como en otros actos públicos: “entiendo de que en otros tiempos o en otras circunstancias había la desconfianza de que unos acaparaban el agua y dejaban sin agua a la gente, que sólo los influyentes podían tener agua y acapararla. Eso ya no sucede, ya no son esos tiempos (...) mi único amo es el pueblo. No soy un sirviente de potentados”.
Todo ello, con Tricio en lugar preferente, confirmando su influencia, la de esas minorías empresariales que han hecho enormes fortunas al agenciarse el agua necesaria para el forraje de su ganado y la operación de sus plantas lecheras, al aprovecharse de los huecos legales y la ínfima capacidad del Estado mexicano para supervisar el uso medido y justo del agua, ya sea por vacíos legales, por plantillas microscópicas de inspección o de corrupción de funcionarios de todos los niveles.
Tricio, por cierto, fue impulsor de la campaña “López Obrador, un peligro para México” en 2006 y del fraude electoral calderonista; en 2007, Felipe Calderón facilitó la venta de Aeroméxico a empresarios, entre ellos Tricio.
Para impulsar el proyecto Agua Saludable, el presidente López Obrador pidió que haya diálogo y concertación, a fin de evitar que se soliciten amparos judiciales contra la obra y que se cancelen o inhiban los que estén en curso. En realidad, hay un amparo que ha ido avanzando con resultados positivos, presentado por ProDefensa del Nazas, Asociación Civil, presidida por el doctor Francisco Valdés Perezgasga.
La oposición a Agua Saludable proviene del hecho de que se mantienen el esquema abusivo de los empresarios, impune el grave daño a la salud pública (hidroarcenicismo) y se plantea otorgar agua potabilizada a los consumidores regionales, pero sin ir al fondo del asunto: “hay un desbalance entre la extracción y la recarga, pues se recargan 538 hectómetros cúbicos, pero se sacan mil 88 y, de ellos, sólo 647 están concesionados (Conagua, 2018); es decir, se extrae el doble de su retorno natural y 441 hectómetros cúbicos se explotan de forma ilícita, como huachicoleo hídrico” (documento de trabajo de Prodefensa del Nazas). Grave también ha sido la descalificación presidencial al trabajo de organizaciones civiles ambientalistas y habrán de verse las consecuencias institucionales de la reiteración obradorista de que “el Poder Judicial está podrido” y que, con “honrosas excepciones (...) jueces, magistrados, ministros, están al servicio de los grupos de intereses creados y tienen una mentalidad muy conservadora, ultraconservadora”.
En Durango también ensayó AMLO lo hecho un día antes, al visitar Temacapulín, Jalisco, respecto al proyecto de la presa El Zapotillo: emplazar a las comunidades, activistas y opositores a megaobras, a decidir si aceptan los planes presidenciales o estos se frenan y no hay más inversión en la materia. ¡Hasta mañana!
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