Un monitoreo volcánico y sísmico eficiente, aunado a la labor informativa y de prevención en las comunidades aledañas a los colosos, sobre todo en las escuelas, es fundamental para prevenir riesgos y catástrofes como la ocurrida en 1982 con la erupción del volcán Chichón, considera Silvia Ramos Hernández, investigadora de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach).
El pasado martes, el Congreso local condecoró a la doctora en vulcanología y sismología, fundadora y directora del Instituto de Investigación en Gestión de Riesgos y Cambio Climático de esa casa de estudios, con la medalla Rosario Castellanos por su aportación a la ciencia y cuidado al medio ambiente en el estado por más de 30 años.
En entrevista con La Jornada, Silvia Ramos, quien coordina el Centro de Monitoreo Vulcanológico y Sismológico y el Programa Ambiental Universitario, destaca la importancia de contar con profesionales en ciencias de la Tierra, “carrera de mucha pertinencia para Chiapas, para México y para el mundo”.
Plantea que la entidad es “un laboratorio impresionante” por su proclividad a riesgos de tipo volcánico, sísmico, deslizamientos y todos aquellos fenómenos derivados del cambio climático, de ahí la importancia de contar con especialistas en la materia. Ya son 12 generaciones de egresados; no obstante, la carrera aún es poco conocida, admite.
Enfoque comunitario
Ramos Hernández, originaria de San Cristóbal de las Casas, resalta la labor que encabeza desde hace muchos años en poblados aledaños a los volcanes Chichón, al norte de la entidad, y el Tacaná, al sur, donde habitan unas 400 mil personas, a una distancia de entre 10 y 15 kilómetros de los colosos, por lo que “la vigilancia volcánica y sísmica es fundamental, pues siempre representarán un riesgo”.
Por eso mismo, califica de relevante la misión de la Unicach con un “enfoque comunitario, vocación social y humanista, así como pertinencia científica”, ya que en esas regiones los estudiantes y egresados de la institución ponen en práctica lo aprendido con diferentes estrategias didácticas.
Para La Señora de los Volcanes, como es conocida, el monitoreo debe ir de la mano de la preparación de los lugareños ante eventuales contingencias, “a lo cual hemos contribuido y me da mucho orgullo”.
Hace énfasis en la importancia del plan de estudios de la carrera de ciencias de la Tierra, pues “la investigación científica tiene que aterrizar en contribuir a mejorar las condiciones de la población y atender sus necesidades y, en este caso, prepararla ante posibles riesgos y desastres”.
Expone que los 12 volcanes activos que hay en México requieren profesionales muy preparados y considera que a partir de esta década en el país se ha comenzado a transformar ese campo de formación y las instituciones de educación superior buscan posicionar el estudio de las ciencias de la Tierra, sobre todo en las entidades donde hay colosos.
Sobre la máxima presea que otorga el Congreso estatal, la cual le entregó en sesión solemne el 10 de agosto el gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, la científica señala que es un gran honor y reconocimiento a su tarea de insistir en posicionar las tesis sobre la Tierra, las ciencias de cambio climático y la sustentabilidad.
Advierte que estas ramas “antes no eran tomadas en cuenta pese a que en 1982 ya habíamos vivido una erupción volcánica fortísima con El Chichón” y luego eventos sísmicos muy potentes como el de septiembre de 2017, de magnitud 8.2 grados”; por ello, la entrega de la medalla es un reconocimiento a la aportación de posicionar al tema en Chiapas.
Silvia Ramos, quien actualmente trabaja en la actualización del programa estatal de acción anticambio climático, alerta de la gravedad del fenómeno y de la urgencia de trabajar a escala global para tomar medidas a fin de intentar mitigar sus efectos, que ya se resienten en varias regiones del mundo.
Propone legislar sobre cambio climático
“No hay dinero que alcance para paliar los daños causados por el cambio climático”, por lo que, apunta, resulta de suma trascendencia que los gobiernos legislen en la materia y, de ser necesario, impongan sanciones a quienes realicen acciones contra el medio ambiente.
Indica que los gobiernos actuales tienen un gran desafío, pues se debe trabajar en la concientización ciudadana, principalmente en el ámbito formativo-educativo, el inculcar valores de protección a la naturaleza, además de destinar más recursos a la ciencia.
Por su parte, añade, la academia, las universidades están más obligadas que nunca a contribuir desde sus trincheras en la parte educativa y de investigación, así como a la labor informativa en las localidades.
Ramos Hernández comenta que le parece interesante cómo en la presente administración federal, a cargo de Andrés Manuel López Obrador, se está replanteando la investigación científica enfocándola a la parte social y humanística, al transferir el conocimiento a las comunidades y apoyar su desarrollo.
Cree que Sembrando Vida es un buen programa y una de las mejores herramientas que tiene el país, pues para intentar a empezar a mitigar los efectos del cambio climático a un mediano plazo, una alternativa es la reforestación a todos los niveles.
La investigadora chiapaneca trabaja en la elaboración de una iniciativa de ley en materia de suelos, ya que el proceso erosivo puede minar la sustentabilidad de muchas comunidades.
Refiere que la migración en Centroamérica en parte se debe a esta situación, pues los terrenos ya no tienen capacidad productiva y la gente los abandona. “Tenemos un proyecto fuerte de análisis de fertilidad de los suelos en varios municipios”, adelanta.