Santiago. Quien gobierne Chile a partir de marzo de 2022, tendrá una ventana de oportunidad para generar un diálogo político y lograr acuerdos con los pueblos originarios, particularmente con el mapuche, que trasciendan la demanda de recuperar tierras ancestrales y que permitan terminar la creciente conflictividad, afirma el analista político Marco Moreno, director de la Escuela de Gobierno y Comunicaciones de la Universidad Central.
“La Convención Constituyente está visibilizando la agenda de demandas indígenas, eso puede ayudar a generar condiciones para un diálogo mucho más efectivo. Falta voluntad política para avanzar y puede haber una ventana de oportunidad con un nuevo presidente para abordar seriamente las demandas y resolver rápidamente”, afirma.
Chile tendrá elecciones presidenciales y parlamentarias el 21 de noviembre; la segunda ronda será el 19 de diciembre si ninguno de los candidatos alcanza 50 por ciento más uno de los votos en la primera vuelta.
Moreno dice que el Estado chileno sólo se concentró en la cesión de tierras a los mapuches, “pero no avanzó en lo relativo al poder, la descentralización y la mayor autonomía, lo que está en disputa”.
Desde la apertura de la Constitucional el 4 de julio, las reivindicaciones se visibilizaron sustancialmente con la asunción de una presidenta mapuche. Pero, simultáneamente, la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), organización de resistencia territorial, aumentó sus acciones de sabotaje contra la industria forestal instalada en la Araucanía y que explota sus tierras históricas arrebatadas por Chile, y también los enfrentamientos armados con la policía, dejando muertos y heridos.
“La agenda indígena está instalada en la Convención, las demandas de este mundo tienen un espacio ganado, la idea de la plurinacionalidad muestra avances. Que Chile sea reconocido como una sociedad de varias naciones, puede ayudar a canalizar la conflictividad que se da con más frecuencia a partir de agosto/septiembre, que es el momento de la mayor explotación forestal, cuando hay un incremento de la violencia por el movimiento de maderas.
“Si una parte de las demandas de las comunidades en conflicto son recogidas en el proceso constituyente, eso puede bajar la tensión, no totalmente, porque siempre habrá sectores que buscarán mayores niveles de reivindicación”, añade.
Riesgos, plazos y lógicas de los tiempos políticos
Desde el 4 de julio de 2021, la Convención dispone de nueve meses prorrogables por tres para producir un texto que deberá ratificarse en plebiscito de participación obligatoria. Ya consumió el primer mes en una instalación desordenada y apenas empiezan a discutir el reglamento para organizar sus deliberaciones, limitadas por el hecho de que todo articulado del nuevo texto constitucional deberá aprobarse por dos tercios de los 155 integrantes de la Convención, la mitad de mujeres y 17 de ellos deben ser representantes de los pueblos originarios.
“La instalación fue desordenada y el proceso en general será así, propio de una dinámica deliberativa que no es parte de la institucionalidad. Es la expresión de un país diverso y que cambia. Fue un acierto de la ciudadanía elegir la diversidad, pues representa al país que somos.”
Pero advierte: es un riesgo experimentar con las expectativas de la gente, que espera que se avance de manera sustantiva en lo que quiere cambiar.
Dos lógicas están funcionando, dice el analista: una es una fuerza impugnadora que plantea que a Chile hay que hacerlo desde cero, cambiando reglas, procedimientos y modificando la regla de dos tercios para aprobar el nuevo articulado, “en un discurso que desafía el orden establecido”. En paralelo, hay otra fuerza que busca gestionar las expectativas para no arriesgar el proceso, advirtiendo que la gente tiene altas expectativas que los miembros de la Convención pueden defraudar si se percibe que se dedican a cosas para las cuales no fueron mandatados.
La Convención, proyecta, no se moverá en una lógica de izquierda versus derecha, sino que “habrá mucha geometría variable, pequeñas alianzas para avanzar, una nueva cartografía política. Están obligados a entenderse, porque ningún grupo puede imponerle la agenda a otro”.
La derecha arrinconada debe buscar utilidad tras perder posibilidades
“No no veo al oficialismo por mucho tiempo más actuando como un bloque”, dice Moreno, respecto del fenómeno que se vio en el mes transcurrido de la Convención, cuando se “atrincheraron en posiciones conservadoras”.
Proyecta que los ultraderechistas no se moverán de sus banderas, pero “otros comenzarán a buscar entendimiento, pues de lo contrario quedarán aislados. Y entenderán que son minoritarios y que no tienen fuerza para imponer su agenda, sino que necesitan dialogar, pues el bloque obstructor que son hasta ahora no ha servido para nada”, señala.