Kabul. Los talibanes capturaron este domingo la ciudad de Jalalabad, en el este de Afganistán, con lo que la capital Kabul quedó como la única ciudad grande aún bajo control del gobierno.
“Nos despertamos esta mañana con las banderas blancas de los talibanes ondeando por toda la ciudad. Entraron sin combatir”, comentó el poblador Ahmad Wali, quien confirmó así la versión divulgada por los insurgentes en sus redes sociales.
Horas antes, los rebeldes tomaron Mazar-i-Sharif, la cuarta ciudad más grande del país y el último bastión importante del gobierno en el norte, “sin encontrar realmente resistencia”, lo que representa un gran paso adelante en su acelerada ofensiva que se extiende por todo el país y amenaza la capital afgana, Kabul, donde los habitantes no ocultan su angustia.
La caída de Mazar-i-Sharif, habitada por medio millón de personas, deja a los insurgentes con el control de todo el norte del territorio, confinando al gobierno –respaldado por occidente– en el centro y este. El ex vicepresidente, el mariscal Abdul Rashid Dostom, y Atta Mohammad Nur, ex gobernador de la provincia de Balj, que tomaron las riendas de la resistencia local, huyeron al vecino Uzbekistán, según sus allegados.
Sharana, en la provincia de Patkia, fue entregada pacíficamente; Asadabad, en Kunar, y Gardez, en Patkia, todas al este del país, fueron ágiles operaciones en el contexto de la arrolladora operación de conquista que les ha llevado en una semana tomar el control de 19 ciudades, entre ellas Kandahar y Herat, la segunda y tercera urbes más importantes de Afganistán.
Los residentes de Kabul están embargados por la zozobra y una búsqueda aterrorizada de rutas de escape del derramamiento de sangre, reportó el diario británico The Guardian. Con el colapso de Mazar, las únicas urbes fuera del alcance de los militantes son el este de Jalalabad, donde avanzan los islamitas, y la propia capital afgana.
Los talibanes se encuentran a menos de 11 kilómetros de Kabul. En Internet, los insurrectos han difundido videos que los muestran apoderándose de cargamentos de armas, en su mayoría proporcionadas por Estados Unidos.
El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, pronunció un discurso a la nación pero no aludió a una posible dimisión, reclamada por algunos sectores, pero precisó que había iniciado “consultas” dentro del gobierno con líderes políticos y socios internacionales para encontrar “una solución política que aporte paz y estabilidad al pueblo afgano”.
El dirigente aseguró que pidió la removilización de las fuerzas armadas para frenar el avance y anunció la configuración de un nuevo equipo negociador de paz con los talibanes. Qatar, sede de las negociaciones entre insurgentes y autoridades afganas, pidió a los yihadistas “un alto el fuego, lo que contribuiría a acelerar los esfuerzos para alcanzar un acuerdo político integral que garantice un futuro próspero al gobierno y al pueblo de Afganistán”.
En tanto, Estados Unidos aumentó a 5 mil los soldados que desplegará en la nación asiática para sacar a sus ciudadanos y comenzó a planear el cierre total de su embajada en Kabul.