Johnny Ventura, cantante, director de orquesta, compositor y arreglista dominicano que dio forma al sonido del merengue moderno en la década de 1960, falleció el 28 de julio. Tenía 81 años y nos dejó un legado musical fecundo desde 1956 con más de 105 producciones discográficas, 28 discos de oro, dos de platino, un Grammy Latino y un Grammy a la Excelencia.
Su nombre de pila era Juan de Dios Ventura Soriano y nació en Santo Domingo el 8 de marzo de 1940. Al ser un joven de familia modesta, estudió para ser secretario, con la esperanza de que un trabajo de oficina le ayudara a financiar la formación universitaria para convertirse en arquitecto, pero después de ganar un concurso radiofónico de canto en 1956, se centró en la música y se graduó en la escuela de radiodifusión Héctor J. Díaz.
En su juventud, la República Dominicana estaba gobernada por el dictador Rafael Trujillo, quien promovía el merengue como símbolo de la identidad dominicana. “Pero llegó un momento en el que el género se estancó”, narró en una entrevista de 2016 al diario El Tiempo, “porque los artistas y los grupos le dedicaban la mayor parte de su trabajo al jefe”.
Después del asesinato de Trujillo en 1961, el merengue comenzó a expresar un nuevo sentido de libertad, adoptó tiempos sin restricciones y letras sin censura.
“Cuando Trujillo falleció, una euforia política recorrió la República Dominicana”, le dijo Ventura a Paul Austerlitz en una entrevista para el libro Merengue: música e identidad dominicana (2021), “y como jóvenes de 21 años, por supuesto que participamos en ella”.
Ventura empezó tocando el saxofón, pero pronto descubrió que su talento nato era el de ser cantante. Alto, guapo y carismático, muy pronto llamó la atención, también por su voz abaritonada y una manera de cantar desenfadada. El primer tema que grabó fue el histórico merengue La Agarradera (1962), una canción de ritmo acelerado llena de dobles sentidos con el que Johnny estableció la nueva ruta del merengue.
Era apenas el inicio y en colaboración con su amigo Luis Pérez, director del Combo Caribe, lanzó Cuidado con el cuabero (1963), en el mismo concepto de “merengue moderno”.
En 1964 creó su propia banda, Johnny Ventura y el Combo Show. Como los jóvenes dominicanos escuchaban cada vez más rocanrol y salsa, actualizó el sonido del merengue e incorporó esas influencias.
“El merengue tradicional estaba identificado por completo con la tiranía y había sido usurpado por la gran popularidad que el rocanrol había despertado en la juventud dominicana”, escribió Ventura en un ensayo de 1978.
El cantante convirtió las actuaciones del Combo Show en espectáculos visuales en los que bailaba con tal desenfreno que se le comparó con Elvis Presley, algo que él mismo alentaba vistiendo como El rey del rock e incluso adoptando su sonrisa característica. En lo musical incorporó al ritmo de tambora, y güira, timbales, tumbadoras, trompetas, saxofones, trombón y teclados. Innovando en una época donde lo tradicional era ley.
Con ese sonido impuso canciones que se hicieron muy populares en República Dominicana como: Mi ritmo Merembé, El tabaco, Cuidado con el cuabero o ¿Tú sabes a qué yo vine?, entre muchas otras.
El merengue siempre estuvo amenazado por las modas musicales. Cuando la música disco llegó a Quisqueya en los años 70 y se apoderó de las pistas de baile, Ventura tuvo que refugiarse en su popularidad y dar la cara. “Incorporamos casi todas las canciones de los Bee Gees al repertorio de mi grupo, y el público aplaudía mucho cuando cantábamos esas canciones en inglés”, dijo a Austerlitz.
Luego llegó la salsa y Johnny grabó salsa y sones cubanos. “Estas músicas eran más afines a mi sentir. Desde niño me gustaba la música cubana y uno de mis ídolos era Benny Moré. Admiraba su musicalidad y el manejo de su Banda Gigante. Después de escuchar al Benny, de beber su voz, de gozarlo, entró en mí el deseo de hacer de la música un sacerdocio para disfrute de nuestra gente”.
También grabó bugalú, boleros y vallenatos colombianos. Su primer contacto con el folclor colombiano lo tuvo en 1971, cuando visitó ese país con motivo de los carnavales. Empezó por hacer la versión merenguera de La hamaca grande, de Adolfo Pacheco; Matilde Lina, de Leandro Díaz, La piragua, del maestro José Barros y Las tapas de Ivo Otero. Pero el número que más destacó fue Patacón pisao, de Ramón Chaverra que se ha vuelto uno de sus merengues clásicos.
Continuará...