Al conmemorar los 500 años de resistencia indígena y la caída de Tenochtitlan, el presidente Andrés Manuel López Obrador pidió ayer perdón a las víctimas de la catástrofe originada por la ocupación militar española de Mesoamérica y el territorio de la actual República Mexicana.
Resaltó que la conquista fue un rotundo fracaso a la luz de los datos históricos que refieren la muerte de millones de personas y que la acumulación de capital para los propietarios de la nueva España y la corona no fue abundante o significativa.
En el Zócalo de la Ciudad de México, donde se colocó una reproducción del Templo Mayor que ha sido criticada por historiadores y opositores, el mandatario agregó que la gran lección de aquellos hechos es que nada justifica imponer por la fuerza a otras naciones o culturas un modelo político, económico, social o religioso en aras del bien de los conquistados o con la excusa de la civilización.
Pidió a políticos, monarcas y hombres de Estado no omitir las lecciones de aquellos hechos. “Ojalá que todos hagamos el compromiso de no repetir los mismos errores y horrores. Pongamos fin a esos anacronismos, a esas atrocidades y digamos ‘nunca más una invasión, una ocupación o una conquista’, aunque se emprenda a nombre de la fe, de la paz, de la civilización, de la democracia, de la libertad o más grotesco aún, en nombre de los derechos humanos”, añadió.
Acompañado por los secretarios de Gobernación, Relaciones Exteriores, Marina y Defensa Nacional, así como la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, representantes de pueblos originarios de Canadá y Estados Unidos y embajadores, López Obrador parafraseó al poeta Carlos Pellicer al calificar la de ayer como una fecha funeraria.
Consideró ofensivo y ocioso volver a la vieja polémica de que los pueblos originarios de Mesoamérica eran bárbaros. Pero sí hay asuntos que deben aclararse en la medida de lo posible, subrayó.
La pregunta obligada es si la matanza de miles de indígenas de Cholula, en el Templo Mayor, en la toma de Tenochtitlan y los asesinatos de Moctezuma, Cuauhtémoc y otras autoridades indígenas, trajeron civilización. La respuesta es un no categórico, añadió en un Zócalo cerrado a los transeúntes y en donde sólo se permitió el acceso a algunas agrupaciones de danzantes.
Durante la ceremonia, en la que también estuvo presente la esposa del mandatario, Beatriz Gutiérrez Muller, y el embajador ante Estados Unidos, Esteban Moctezuma, López Obrador interrogó sobre de qué civilización se puede hablar si se pierde la vida de millones de seres humanos y la monarquía dominante no logra en tres siglos de sometimiento recuperar la población que había antes de la ocupación. Recordó que en 1518 se contaba con 11 millones de habitantes, pero para 1821 era de 6 millones.
El mandatario insistió en que la Conquista y la colonización son signos de atraso, no de civilización y menos de justicia, luego de señalar que no se debe ver a Hernán Cortés como un demonio, pues era simplemente un hombre de poder, un militar desalmado con valor, aplomo; un político audaz y ambicioso que aprovechó las debilidades y divisiones de los mexicas.
En el acto conmemorativo también estuvieron presentes Kahsennenhawe Sky-Deer, de la nación Mohawk de Canadá, y Jamesita Mae Peshlakai, senadora de Arizona y descendiente de los navajos, quienes consideraron que es el momento de alzar la voz, del resurgimiento indígena y de ser aliados, y señalaron que los pueblos originarios sufren racismo y opresión.