Buenos Aires. El represor argentino Jorge TigreAcosta fue condenado ayer a 24 años de prisión por delitos sexuales cometidos contra las mujeres secuestradas en el mayor centro clandestino de detención y tortura que funcionó en el país durante la dictadura (1976-1983), la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA).
El Tribunal Oral Federal número 5 de Buenos Aires también condenó a 20 años de cárcel al ex oficial de inteligencia, Alberto Eduardo González, alias Gato, o González Menotti. La fiscalía había pedido 25 años de prisión.
En el juicio fueron juzgados los hechos de violencia sexual perpetrados entre 1977 y principios de 1978 contra las víctimas Silvia Labayrú, Mabel Lucrecia Luisa Zanta y María Rosa Paredes, que dieron su consentimiento a la fiscalía para la difusión pública de sus nombres.
Los jueces Adrián Grünberg, Daniel Obligado y Adriana Palliotti lo responsabilizaron de los hechos cometidos contra tres detenidas en la ESMA, mientras que a González se le achacaron delitos contra una de ellas.
La sentencia reconoce los delitos de “violación agravada por haber sido cometida en concurso de dos o más personas, reiterada en –al menos– 10 oportunidades y abuso deshonesto, privación ilegítima de la libertad y tormentos”, que se declararon imprescriptibles por ser de lesa humanidad.
Las condenas serán unificadas en la prisión perpetua e inhabilitación absoluta que arrastran los genocidas por sentencias anteriores.
La justicia indaga otros casos de violencia sexual de la referida época.
Delito de lesa humanidad imprescriptible
En 2010 se dio a conocer en Argentina el primer fallo que reconoció la violencia sexual como un delito de lesa humanidad cometido por el “terrorismo de Estado”.
Hasta 1979, Acosta estuvo al mando del Grupo de Tareas que se encargaba de los secuestros, traslados y asesinatos de los secuestrados en la ESMA, un gran edificio militar situado en pleno centro de Buenos Aires. Se estima que por este centro de exterminio pasaron más de 5 mil personas, de las cuales apenas hubo sobrevivientes.
Fernández hizo una fiesta en medio de la pandemia
Por otra parte, el presidente Alberto Fernández admitió ayer que incumplió con las restricciones que él mismo había impuesto para frenar al coronavirus al celebrar el cumpleaños de su esposa junto con una decena de personas en la residencia presidencial hace un año, cuando regía un estricto confinamiento en Argentina y ofreció disculpas.
“Lamento lo sucedido, no va a volver a ocurrir”, declaró el mandatario durante un acto en Buenos Aires, en su primera referencia al escándalo político que detonó la publicación el jueves en medios de prensa de una fotografía suya junto a su esposa Fabiola Yáñez y una decena de personas sin cubrebocas ni sana distancia.