Santiago de Anaya, Hgo., Por causas naturales, la madrugada del jueves murió Eduardo Camargo Hernández, autor de más de un centenar de canciones en lengua Hñahñu a los 92 años de edad.
Por sus aportaciones a la cultura local una sala del Centro Cultural Nthenhai (que en otomí significa Tierra Colorada) en el municipio de Santiago de Anaya, ubicado en el corazón del Valle del Mezquital, donde Eduardo Camargo era originario, lleva su nombre.
En una de las paredes del recinto, además de una placa donde se reseña su biografía, fueron colocadas fotos tanto familiares como de los actos culturales y artísticos en que don Lalo, como era conocido, participó en su fructífera vida.
En ese lugar la tarde del jueves se hizo un sencillo pero emotivo homenaje de cuerpo presente a don Eduardo al que asistieron familiares, amigos y vecinos, informó Antonio Mejía, coordinador de Cultura del Centro Nthenhai.
Según Mejía, don Eduardo asistió a la inauguración del Centro Cultural Nthenhai el primero de septiembre de 2020 a cargo del entonces secretario de Cultura de Hidalgo Olaff Hernández quien ese día dio el nombramiento a la sala.
Eduardo Camargo nació el 13 de octubre de 1928 en la localidad de Patria Nueva y dedicó parte de su vida al activismo cultural, promoviendo la lengua otomí por medio de sus canciones.
Entre sus composiciones más conocidas están Corrido a Emilio Hernández, dedicado a un líder agrarista del Valle del Mezquital y hermano de su madre Flora Hernández; otras de sus obras son Martiniana, El petirrojo, La orquídea del Mezquital, Arreglo floral, Mi jarana, Casita de penca, Vamos para el norte, La Tortolita, Nuestra voluntad, Sublime, Mariana y yo, Mi Raíz, Tus ojitos, Retoños nuevos, entre algunos otros.
Camargo Hernández empezó a componer sus primeras canciones a los 15 años, gracias a la influencia que tuvo de sus tíos Filiberto Camargo y el poeta Trinidad Pérez Camargo.
El primero le enseñó los acordes de la guitarra y el segundo le instruyó sobre la métrica que tendría que utilizar en sus composiciones.
Fue precisamente Trinidad Pérez quien le sugirió que compusiera canciones en otomí, encargándole un tema al tutubixii, un ave originaria de la región del Valle del Mezquital.
Así, sin acudir a ningún conservatorio, Eduardo Camargo aprendió a tocar de forma empírica la armónica, la flauta, el acordeón, la guitarra y la marimba.
En las composiciones que hizo en idioma otomí utiliza un lenguaje pícaro, propio de esta etnia. En algunas recurrió a palabras ya en desuso.
Según Antonio Mejía, en su obra retrató y reflejó las costumbres, comportamientos e idiosincrasia de sus paisanos, contribuyendo de esta forma a la conservación de la lengua otomí logrando que la gente joven se interese y tenga gusto por la cultura de la región.
El antropólogo Alberto Avilés escritor y poeta de la comunidad de Poxindeje del municipio de San Salvador, invitó a Camargo a participar en un proyecto del programa para el desarrollo integral de las culturas de los pueblos y comunidades indígenas de la Comisión Nacional de Cultura (Conaculta) siendo seleccionado para grabar un disco.
En 2008, en el contexto del Día Internacional de los Pueblos Indígenas recibió un reconocimiento por su aporte cultural a manos del entonces gobernador Miguel Ángel Osorio Chong.