El libro El Zócalo: 500 años narrados desde el Palacio de Moctezuma sitúa al lector en la esquina en la que se ubicaba la residencia del tlatoani mexica que vivió el encuentro con los hombres barbados encabezados por Hernán Cortés. Desde esta ubicación estratégica se hace un recorrido en el tiempo; se inicia con la resplandeciente capital de la gran Tenochtitlan hasta el presente, en el siglo XXI, cuando la plaza principal de la Ciudad de México es lugar de fiesta, centro de protesta, símbolo del poder y corazón de la celebración del tradicional Día de Muertos.
La publicación aspira, se anuncia en el texto, a recuperar ceremonias, batallas, desfiles, amores y castigos que han tenido lugar en la Plaza Mayor, llamada “palimpsesto de tinta, piedra y memoria”, espacio en que se ha escrito sobre otra ciudad existente, pero las huellas del pasado permanecen.
“La esquina que ocupamos es, muy probablemente, la que elegirían los cronistas de todas las épocas para narrar la historia de este territorio del reino español que se independizó, que surgió como nación.”
En este punto, en lo que ahora es el Nacional Monte de Piedad, en la esquina de las calles Cinco de Mayo y Palma, “los emperadores mexicas dominaban el valle entero y vivían entre tapices de plumas, pieles o textiles, murales de piedra labrada y camas de petate, flores o hierbas”, describe el libro.
Cuando Cortés arribó a la capital mexica, lo hospedaron en el gran palacio de Moctezuma junto con sus tropas. Sorprendía entonces el amplio complejo con patios, jardines, estanques y temazcales medicinales. Era el centro de poder, al que muy pocos podían acceder. Después de la derrota militar a la ciudad sitiada en 1521, fue en este mismo predio donde Cortés estableció su suntuosa residencia de piedra, que más tarde fue sede del poder en la Nueva España.
En 1836 se convirtió en el Nacional Monte de Piedad. Al día de hoy se encuentra en el predio la matriz de una de las instituciones más antiguas del país, que data desde el periodo virreinal.
Claudia Itzkowich, coordinadora de la edición, afirma en entrevista que es un lugar estremecedor, tan importante para los historia de los mexicas, y luego lo que sucedió con la llegada de los conquistadores. “Jugar a contar cinco siglos de historia desde esa esquina fue un poco la excusa que utilizaron todos los historiadores en sus ensayos”.
La publicación de Ediciones El Viso, en colaboración con el Nacional Monte de Piedad, se publicó en 2018 con la mira puesta en la conmemoración de los 500 años de la caída de la ciudad de Tenochtitlan. Algunos dirán “el encuentro de los aztecas con los españoles”, otros hablarían de la Conquista, hecho marcado en el calendario el 13 de agosto de 1521, cuando se establece con la rendición de la capital del imperio mexica.
La edición, con pastas dura y cuidada impresión, convocó a especialistas para realizar ocho ensayos que conforme avanzan sus páginas relata la historia de México. Inicia en la ciudad indígena y su transformación en la urbe durante el siglo XVI. Cronistas y viajeros hacen su contribución para conocer la vida cotidiana. Se avanza comentando sobre las reformas borbónicas y la invasión en 1947, la Reforma, el porfiriato y la Revolución.
“Fue imperativo que el libro fuera riguroso desde el punto de vista histórico”, señala Itzkowich. “La idea fue suficientemente atractiva y tuvimos la fortuna de que aceptaran historiadores como Antonio Rubial, quien brinda un relato fantástico con los mercados, la diversidad de la población y cómo fue metrópolis antes de las que se fundaron en otros continentes. María Dolores Lorenzo, especialista en las instituciones de asistencia, nos cuenta de los hospitales y los pensamientos de la época. Alejandro Alcántara hace su relato con base en planos y códices sobre el palacio antes de la llegada de Cortés y su ejército”.
En las páginas se incluyen reproducciones de imágenes de la ciudad de México, mapas, códices, fotografías e ilustraciones. “Son dos discursos paralelos. Por un lado están los textos y, por el otro, la investigación iconográfica que estuvo a cargo de Isaura Oseguera, que permite que el libro sea mucho más rico a la hora de leerlo”.