Víctor Reyes encontró en el tenis de mesa un deporte que no lo desgastara tanto, después de que se le detectó una distrofia muscular a los nueve años de edad, enfermedad degenerativa que afectó su crecimiento, y ahora a los 25, celebra su primera participación en los Juegos Paralímpicos, a los que llegará como campeón panamericano en Lima 2019 y con la seguridad de haber enfrentado y ganado algunos partidos a la mayoría de los favoritos con los que se medirá en Tokio 2020.
“Tengo mucha confianza en lo que trabajé. Quiero hacer las cosas bien y trataré de hacerlo lo mejor posible, pues conlleva una responsabilidad, porque no sólo soy yo, sino la labor de todo mi equipo, el apoyo de mi familia, de todos los que confían en uno, así como la representación de todo el país”, dijo Reyes en entrevista desde el campamento que realiza en Hiroshima.
El aguascalentense relató que durante la pandemia, una vez cerrado el Centro Paralímpico y al no establecerse la prometida burbuja en la instalación de Churubusco y Añil –donde antes entrenaba–, lo más viable fue rentar un departamento amueblado en Ciudad de México, aunque quitó la sala para colocar su mesa de juego y practicar asistido por un preparador físico, su entrenador, una fisiatra y su sicólogo, todo cubierto con sus últimos ahorros y ayuda de sus padres y amigos.
Víctor no tomó la opción de entrenar con el robot lanza pelotas. “Cada quien va buscando sus posibilidades y la mejor manera de entrenar. El robot, honestamente..., es mejor que no hacer nada, sí, pero no se acerca a algo efectivo para lo que va a presentar el torneo”.
Tenía que hacer una inversión y el incentivo monetario que recibió del gobierno por la medalla de oro en los Juegos Parapanamericanos se había esfumado en deudas anteriores.
“Dije, ya no voy a poder depender de nadie más. En redes se veían al equipo de Francia entrenando en forma, a los asiáticos, con todas las precauciones, y yo en mi casa viendo series. Sí era muy cómodo, pero no era lo que yo buscaba, porque siento una gran responsabilidad al representar a mi país, como para venir a solamente cumplir.”
Y resaltó: “No es queja, simplemente fue una necesidad que me las fui ingeniando para cubrir. A estas alturas ya no hay tiempo ni de quejarse. Más bien deseo disfrutar de la fiesta deportiva más grande del mundo”, dijo el tenismesista que compite en la modalidad de silla de ruedas, y que espera lograr una buena adaptación al juego a nivel de mar, donde la pelota es más pesada.