Después de 500 años de resistencia indígena, en México sólo sobreviven 68 lenguas y 364 maneras de nombrar e imaginar el mundo, expuso la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto Guerrero.
En la presentación del libro Las lenguas toman la tribuna, editado por la Cámara de Diputados a partir de 48 intervenciones en lenguas originarias en la tribuna, la funcionaria dijo que la pérdida de éstas se debe al racismo y la discriminación.
Al referirse a la edición y a la importancia de recuperar las participaciones en la cámara, la poeta purépecha Rubí Tsandá Huerta alertó: “Poco a poco muchos de nuestros idiomas están dando sus últimos suspiros, porque se encuentran en el olvido y el abandono”.
Para hacer posible la iniciativa Las lenguas toman la tribuna en la Cámara de Diputados, participaron 26 hombres y 22 mujeres hablantes de 45 lenguas originarias de los 68 que se hablan en el país.
Tsandá Huerta expresó al respecto: “Queremos dejar claro que esta iniciativa también pretende que nosotros, como hablantes y portadores de estas lenguas milenarias, nos despojemos del miedo y del racismo; que haya un despertar en las nuevas generaciones y comiencen a hacer uso de sus lenguas. Que provoquemos un cambio apropiándonos de todas las herramientas que tengamos al alcance para manifestar, expresar, transmitir, fortalecer, visibilizar y desarrollar nuestras lenguas”.
Lamentó que, hasta hace unos años, la política lingüística de México trató de homogeneizar hacia el español, con la consigna de “un solo idioma, una sola nación”, intervenida, sobre todo, por las políticas educativas, lo cual provocó el desplazamiento, el despojo y la extinción de las diferentes formas de explicar e interpretar la vida con otras palabras y descripciones únicas.
No obstante, consideró que iniciativas como la participación de hablantes de lenguas en la Cámara dignifican y abren camino para hacer visibles las lenguas.
“Reconocemos que es un gran aporte ante la necesidad urgente de preservación y de revertir una historia de discriminación. A quienes tuvimos la fortuna de que se nos transmitieran y conocer el mundo desde una lengua que inmemorialmente nos pertenece, como nos pertenecen muchos más elementos, el día de hoy seguimos en la lucha para que no se nos sean despojados”, expuso.
Frausto manifestó, además, que la diversidad cultural se veía como un problema, una manera de enfrentar la realidad de México como si fuera un desafío o un tema que requería para el Estado una fuerza unificadora en la identidad, “y esto es racismo, es una visión colonialista o supremacista, y eso no es lo que somos como nación diversa”, resaltó.