La semana pasada, el jueves 5 de agosto, falleció uno de los más grandes dirigentes sindicales, no sólo de Estados Unidos, sino de influencia y trascendencia internacional, Richard Trumka, presidente de la AFL-CIO, Federación Americana del Trabajo, Congreso de Organizaciones Industriales que agrupa a 12.5 millones de trabajadores. Rich, como sus allegados lo llamábamos, fue un gran luchador social y político de una destacada inteligencia, valor y perspicacia para defender los derechos de los trabajadores, la democracia, la libertad y la justicia en el más amplio sentido de la palabra.
Trumka originalmente encabezó a los mineros de Norteamérica, y al igual que muchos otros líderes mundiales, siempre apoyó en solidaridad y hermandad a los mineros de México y a mí como su dirigente, desde que inició el ataque cobarde y la persecución política en contra nuestra en 2006. Nunca se apartó ni por un momento de nuestros ideales comunes, ni de nuestra lucha. Incluso escribió recientemente el prefacio de mi último libro El triunfo de la dignidad, que presenté el 22 de junio de este año en el Museo Nacional de Antropología. Por la trascendencia y relevancia de esta seria y profunda solidaridad, a continuación, reproduzco en su memoria, un resumen de las palabras escritas de su puño y letra en esta obra que me llena de orgullo y dignidad.
Prefacio / Richard L. Trumka*
Leer El triunfo de la dignidad fue una experiencia profundamente personal para mí, porque muchos de los temas de la vida de Napoleón se reflejan en mi propia historia como líder sindical de los mineros de Estados Unidos. Muchas de las cosas por las que he luchado, democracia sindical, seguridad en el trabajo, derechos humanos, justicia económica y ambiental, son también las causas de Napoleón.
Hace casi 10 años, la AFL-CIO reafirmó su apoyo a Napoleón cuando le otorgamos el Premio de Derechos Humanos George Meany-Lane Kirkland en 2011. Debido a que Napoleón no pudo salir de Canadá, el premio fue recibido por su esposa, Oralia Casso de Gómez, en una conmovedora ceremonia en Washington, DC.
Una década después, Napoleón y su familia ya no están en el exilio. En cambio, Napoleón regresó a México como senador de la República por Morena del presidente Andrés Manuel López Obrador, y ahora es presidente de la Comisión de Trabajo del Senado mexicano, miembro de otras comisiones clave y patrocinador de importantes reformas laborales. También ha establecido la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT), una organización sindical afiliada a la Confederación Sindical Internacional (CSI).
En la historia de Napoleón se destacan tres temas de vital importancia para las y los trabajadores de la economía global: su lucha por los sindicatos industriales, su demanda por la democracia sindical y su compromiso con la solidaridad internacional.
No siempre se recuerda que el sindicato que lideré, los Trabajadores Mineros Unidos de América, United Mine Workers of America, desempeñó un papel fundamental en la construcción del sindicalismo en las industrias del acero, el automóvil y otros sectores manufactureros en Estados Unidos en la década de 1930. De la misma manera, el sindicato que preside Napoleón, el Sntmmsrm, conocido generalmente como “Los Mineros”, funciona hoy como uno de los pocos sindicatos nacionales democráticos en México, donde la mayoría de las y los trabajadores de la industria manufacturera están controlados por “sindicatos de protección” dominados por las empresas. En el contexto de las recientes reformas a la legislación laboral mexicana exigidas por el Tratado México-Estados Unidos-Canadá, esto convierte a los mineros en un actor clave en la lucha para evitar que las empresas multinacionales nieguen los derechos de sus trabajadores y repriman sus salarios.
El triunfo de la dignidad deja claro que los mineros sólo pudieron haber sobrevivido la terrible embestida lanzada contra ellos en 2006 por el gobierno de Vicente Fox y las grandes empresas mineras y siderúrgicas por el compromiso del sindicato con la democracia y solidaridad. Después de que Napoleón y su familia se vieron obligados a exiliarse, sus enemigos pensaron que el trabajo estaba hecho. Subestimaron no sólo a Napoleón, sino también a los miembros de los mineros, que se defendieron, algunos perdieron la vida, otros lanzaron huelgas que continúan al día de hoy.
Al leer el relato de Napoleón sobre esta historia, me acordé de la amarga lucha por la democracia y contra la corrupción en la Unión de Trabajadores Mineros encabezada por Jock Yablonsky, el líder de los Mineros por la Democracia que fue asesinado junto con su esposa e hija en 1969. Fueron los sacrificios de Yablonsky y muchos mineros de base los que me hicieron posible ganar la elección para ocupar la presidencia de la Unión de Trabajadores Mineros en 2002.
He argumentado que los mineros salieron victoriosos por su compromiso con el sindicalismo, sus estructuras y principios democráticos. El tercer factor de esta victoria es la tremenda solidaridad que recibieron de los sindicatos de todo el mundo: en Australia, Canadá, Inglaterra, Suecia, Noruega, Sudáfrica, España, Estados Unidos y muchos otros países.
Debido a nuestra historia compartida, nuestros valores comunes y nuestra lucha colectiva por la justicia, es un gran honor para mí presentar El triunfo de la dignidad, de Napoleón Gómez Urrutia.