Se queja el presidente López Obrador de que “algunos gobernadores (a punto de concluir sus respectivos mandatos) no manejaron adecuadamente sus fondos, sus recursos y no tienen para pagar las nóminas” (de las burocracias estatales), a pesar de que el gobierno federal les entregó puntualmente las participaciones que les corresponden, “hasta por adelantado se les dio”, de tal forma que a sus relevos (los vencedores en las elecciones de junio pasado) “no les va a quedar nada” o, en el mejor de los casos, “van a recibir muy poco”.
El problema, dice López Obrador, es que “arrastran problemas financieros, porque se endeudaron muchos estados. ¿Qué pasó? Yo he planteado aquí cómo, por influyentismo, en Hacienda se les decía a los gobernadores: ‘esta empresa te puede construir un hospital mediante un convenio –las llamadas Asociaciones Público-Privadas, APP– y vas a ir pagando año con año’. Y aceptaban, porque se lo pedían de Hacienda”.
Esa dependencia del Ejecutivo “hacía gestiones” a favor de empresas, y los gobiernos estatales “aceptan las condiciones de construir los hospitales de puro machuchón, de esos muy influyentes que había. Se construía el hospital, lo cobraban dos, tres veces más caro que su costo” y los intereses por el financiamiento “eran usureros”. Entonces, un hospital que costaba 500 millones lo pagaban a un precio 10 veces mayor. “Hacienda descontaba de las participaciones a ese estado lo que tenía que pagar a la empresa, entonces la empresa recibía puntualmente, pero las participaciones de los estados cada vez se hacían menos”.
Dos casos concretos sustentan la queja del presidente López Obrador: Chihuahua, con el gobernador panista Javier Corral, y Colima, con el priísta José Ignacio Peralta, quienes lloran amargamente por carecer de recursos suficientes para pagar la nómina burocrática y, de pasadita, a proveedores. Qué lástima, pero durante el ejercicio de sus cargos endeudaron hasta la coronilla a sus respectivos estados y a escasas semanas de dejar el cargo dicen no tener un peso partido por la mitad para cubrir esos “pendientes”.
Corral incrementó la deuda del estado en 5 mil 711 millones de pesos (hasta el primer trimestre de 2021), 13.35 por ciento más que el saldo heredado por el cleptómano César Duarte Jáquez, mientras que Peralta aumentó el débito 29 por ciento (977 millones) sin que en ninguno de los casos se reflejara en beneficio de chihuahuenses y colimenses. Y en ambos casos ya se “quemaron” las participaciones “adelantadas” por el gobierno federal.
Pero colorín colorado, este tétrico cuento no ha acabado, porque –con o sin hospitales– la mayoría de los 15 mandatarios que próximamente abandonarán sus respectivos palacios de gobierno para que los releven los vencedores del pasado 6 de junio, endeudaron copiosamente a sus respectivos estados, tanto como 37 mil 461 millones de pesos, de forma conjunta, un monto que se añade a la de por sí voluminosa deuda de las entidades de la Federación.
De esos 15 gobernadores que terminan su mandato, 11 (seis priístas, dos panistas, un perredista, un morenista y un “independiente”) incrementaron (algunos de forma brutal) la deuda de sus estados, sin que ello se reflejara en crecimiento económico y menos en el bienestar de sus habitantes. Solo cuatro mandatarios redujeron el débito de sus entidades (dos tricolores, dos blanquiazules).
Durante su ejercicio constitucional, los 11 gobernadores que decidieron endeudar, aún más, a sus presuntos “representados” acumularon un débito de 37 mil 461 millones de pesos, monto que se suma al heredado por sus antecesores, quienes tampoco sobresalieron por su austeridad.
Con todo, hay de endeudamiento a endeudamiento, porque de la citada cantidad de nueva deuda, 92.7 por ciento del total se concentra en cinco gobernadores salientes: el autodenominado Bronco, Jaime Rodríguez Calderón, con la friolera de 19 mil 525 millones; Javier Corral, con 5 mil 711 millones; Claudia Pavlovich, con 5 mil 338 millones; el gober del banquito verde, Silvano Aureoles, con 2 mil 892 millones; y los campechanos –en todos los sentidos– Alejandro Moreno ( Alito) y Carlos Miguel Aysa, con mil 264 millones. Eso sí, todos “lloran”, porque “no nos alcanza”.
Las rebanadas del pastel
¿A qué Ricardo Monreal se referirá López Obrador cuando reclama “mala fe de senadores por evadir la revocación de mandato”?