París. “Estoy feliz de estar en París”, dijo el delantero argentino Lionel Messi al ser presentado como nuevo elemento del PSG, con el cual “sueño” levantar un título de Champions tras firmar un contrato de dos años. Pero mientras el ariete y la afición parisina viven un idilio, los clubes europeos encienden las alertas ante el fair play financiero.
“Mi salida del Barcelona fue muy dura porque son muchos años y es difícil el cambio, pero en cuanto llegué a París la felicidad fue enorme”, afirmó Messi en conferencia de prensa realizada en el estadio Parque de los Príncipes.
La llegada de Lio da al PSG un amplio abanico de posibilidades de ataque para conseguir el anhelado trofeo de la Liga de Campeones al juntarlo con Kylian Mbappé, flamante campeón de la Eurocopa, y con el brasileño Neymar, con quien ya compartió vestuario en el Barça.
“Mi sueño es volver a ganar la Champions. Este equipo ya está hecho y estuvo cerca de ganarla. He llegado al club ideal. En este vestuario están los mejores del mundo en su posición. Ojalá yo pueda aportar lo mío también”, afirmó La Pulga.
Aunque el PSG había pagado 222 millones de euros (261 millones de dólares al cambio de entonces) al Barcelona por Neymar, el argentino llegó gratis porque terminó su contrato. No se han revelado los detalles acerca de su salario, pero una persona cercana a las negociaciones dijo bajo anonimato que el delantero cobraría alrededor de 35 millones de euros (41 millones de dólares) netos anuales.
El argentino no jugará con su nuevo equipo el sábado porque debe completar su preparación física, pero sí podría debutar el 29 de agosto. “Vengo de vacaciones, más de un mes parado, tendré que hacer una pretemporada”, destacó Messi.
“Mbappé ahora no tiene excusas para dejar el club”, afirmó Nasser Al Khelaifi, presidente del PSG, tras señalar que con el fichaje de Messi “se ha creado un club competitivo”.
Mientras Francia se impacienta por ver a su nueva joya en la Ligue 1, el resto de Europa ve en el fichaje de Messi el símbolo de un incremento de la desigualdad y se preocupa por la hegemonía financiera del PSG en un mercado desregulado “que beneficia a los más fuertes”.
“¿Cómo es posible que el mejor jugador de su generación no tenga el control de su carrera?”, se sorprende The Guardian. “¿Cuándo van a decidir la FIFA y la UEFA regular claramente la cuestión de si un Estado puede ser propietario de un club?”, pregunta el Corriere dello Sport italiano, mientras en España, El Mundo se inclina por la ironía: “El PSG, más que un club: el brazo deportivo de Qatar”.
El PSG y sus ricos propietarios qataríes están en el ojo del huracán, después de las sucesivas incorporaciones de Sergio Ramos, Achraf Hakimi, Georginio Wijnaldum, Gianluigi Donnarumma y Messi, casi to-das gratis al haber terminado contrato, pero cuyos salarios generan interrogantes, en un contexto de relajación del fair play financiero.
Este mecanismo europeo que busca impedir a los clubes gastar más de lo que ganan fue relajado después de la irrupción de la pandemia, al dejar un mayor margen a los grandes equipos, a la espera de una “reforma” prometida por la UEFA.