Detrás de la más reciente exposición de Magali Lara, Toda historia de amor es una historia de fantasmas, hay una relación tirante con ese considerado el más noble de los sentimientos.
“El amor no sólo es emoción, creo, sino que tiene también inteligencia. Hay un estira y afloja entre eso. Es un tema apasionante, sobre todo pensándolo como un lugar de exploración, no como uno de queja o confidencia”, explica la artista (Ciudad de México, 1956).
“Es el adentro y el afuera, al menos para mí, un poco lo que se puede amar de los otros y de uno mismo; es hablar, también, de la libertad y la posibilidad de tolerar lo diferente”.
Conformada por 25 piezas –entre pintura, dibujos y libro de artista–, la muestra será inaugurada este sábado a las 12 horas en la Galería 526 del Seminario de Cultura Mexicana (Masaryk 526, Polanco), donde permanecerá hasta el 3 de octubre.
Más que con una visión fragmentaria, está concebida como una gran intervención o instalación, “un continuo que permita al espectador leer la obra como una historia de voces distintas, de figuras que aparecen en primer y segundo planos haciendo eco unas a las otras”, explica Magali Lara en entrevista.
Las obras son resultado del trabajo de tres años y fueron pensadas parar leerse en su conjunto y en relación unas con otras, lo cual representó un reto personal, dice.
A punto de cumplir 65 años, tras revisar la propia narrativa de vida, su propuesta creativa gira en torno a esa especie de duelo sobre las formas que se establecen a determinada edad acerca del amor.
“Es cuando empiezan los fantasmas, las historias que uno creía que eran de cierta manera y, luego, con la experiencia, ya con la tolerancia que uno tiene sobre sí mismo, aparecen otros aspectos, otras formas de poder entender esos mismos sucesos, especialmente los relatos de amor, los afectivos”.
El título de la exposición fue retomado de una frase del documental Heart of dog, de 2016, en el que la multifacética artista estadunidense Laurie Anderson comparte su visión sobre el amor, la muerte y el lenguaje.
Magali Lara destaca que en este conjunto de obras es posible ver diversas expresiones del amor, de tal manera que no hay una historia específica, sino, más bien, una ambientación y una atmósfera.
“Esta propuesta está encaminada a todo tipo de amor. Creo que ese sentimiento está muy vinculado a nuestro proceso de identidad. Muchas de las historias de amor tienen que ver con lo que queremos ver en el otro y no podemos reconocer en nosotros mismos”, indica.
“Lo importante es justamente este juego entre lo que creemos que amamos y que en realidad tiene que ver con nosotros, porque para poder amar realmente tiene que haber una especie de generosidad de que el otro sea no en referencia a uno, sino como ella o él es.”
Edad de atrevimiento
La razón de hablar ahora de historias de amor y de afectos es porque hay un atrevimiento: “A esta edad no tengo que pedirle ni darle cuentas a nadie. Entonces, eso me permite mayor libertad en mi trabajo y una exploración justamente de relaciones que sean distintas. Hay una especie de amplitud en las maneras de poder investigar de una forma mucho más desinhibida”.