Los poetas y escritores en lenguas originarias se enfrentan a la autotraducción, lo que implica un doble trabajo que no es reconocido, se destacó durante un conversatorio que formó parte del Encuentro Nacional del Programa de Salas de Lectura, organizado y transmitido por las redes sociales del Fondo de Cultura Económica (FCE).
Ana Cely Palma Loya, de la comunidad rarámuri, de Chihuahua; Juana Peñate Montejo, del pueblo ch’ol, de Chiapas; Martín Tonalmeyotl, de Guerrero, y Jorge Miguel Cocom Pech, hablante maya, de Campeche, se refirieron a las adversidades y retos que implica escribir, traducir y publicar en su lengua materna durante la mesa de reflexión que se realizó el pasado domingo.
Comentaron que su labor como autores y autoras les ha permitido revalorar y reivindicar su identidad y cultura originarias.
Escribir en lenguas maternas es una forma de resistencia, una lucha, frente a los 500 años durante los cuales han sido violentados los derechos de las comunidades indígenas, consideró Peñate Montejo.
Con la moderación de Medardo Maza, los participantes en el conversatorio señalaron, por ejemplo, las dificultades lingüísticas y fonéticas que implica escribir un texto a partir de la oralidad tradicional.
Asimismo, destacaron los esfuerzos creativos que se requieren al traducir un poema al español, proceso que implica distintos aspectos.
Los términos en una lengua materna, generalmente, abarcan dos o tres referentes, y cuando un poema es traducido al español puede resultar muy simple, no contiene la misma carga poética que el original. “En español la palabra ‘sol’, se refiere a eso, al sol, pero en lengua maya, ‘sol’ se dice kin, pero kin también es día, fiesta, luz”.
Si se quiere que el poema en español tenga la misma fuerza poética en ambas lenguas, se requiere un doble o triple trabajo, pues los recursos lingüísticos de cada idioma son distintos. “Es un doble trabajo creativo que no se reconoce”, deploró Martín Tonalmeyotl.
Ocurre entonces, añadió Martín, que se dice de alguien que es buen poeta en su lengua materna, pero en español, le dicen que es malo, aunque lo que está mal es la traducción.
Se habló de que son muy pocos los traductores profesionales de una lengua originaria al español. De ahí que los autores y autoras indígenas tengan que autotraducirse.
“No conozco a ningún escritor mexicano que se autotraduzca; aunque domine otro idioma, ninguno se autotraduce al inglés, francés o italiano”, explicó Tonalmeyotl. La autotraducción para quienes escriben en su lengua materna, es un proceso complejo: “es como escribir dos obras”.
Cocóm Pech, reconoció que “recrear en términos estéticos una obra, significa un gran esfuerzo y una gran satisfacción”. Sin embargo, destacó que el proceso de autotraducción implica que el poeta o escritor indígena conozca los recursos lingüísticos de ambas lenguas, pero, sobre todo, los fundamentos de la traducción literaria.
Otro asunto que se trató durante el conversatorio, fue lo complicado que es encontrar editoriales privadas e institucionales que publiquen y difundan obras en lenguas originales.
Las pocas editoriales que sí están interesadas piden a los autores que los poemas ya estén traducidos para entonces publicar su libro; lo que remite a la cuestión de la mencionada autotraducción.