La gestión de José Luis Vargas como presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) aceleró el desgaste institucional que se arrastra por años debido al sometimiento de ese órgano al poder político en turno, lo que ha comprometido su autonomía, pero evidenció a un “hombre que no conoce lealtades” ni con sus colegas ni con quien en su momento lo impulsaron a los cargos, sostuvo el especialista en materia electoral, Hugo Concha.
Coordinador del libro La injusticia electoral a examen y actual director de la revista Reforma Judicial, el analista del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) coincidió en que la magnitud de la descomposición interna “a la que llevó la ineptitud de Vargas” condujo a la crisis institucional más profunda de su historia.
Sin embargo, advirtió que este problema no se resolverá con su salida, sino que requiere de una reforma profunda que corrija las distorsiones que se han arraigado durante años.
El comienzo de la crisis
En el pasado reciente, un hecho que impactó negativamente la autonomía del tribunal fue la irregular designación de la actual integración de ese órgano. Los diferendos en el Senado entre los grupos parlamentarios para determinar los periodos de gestión se resolvieron de la peor forma al ampliar los años de designación a algunos para igualarlos. Esa decisión implicó “crear correas de transmisión de los magistrados para con los partidos que los designaron, en detrimento de la autonomía.
“El otro golpe vino del propio ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, quien pidió la renuncia de Janine Otálara como presidenta del TEPJF porque no le gustó su posicionamiento en la elección de Puebla al comenzar el sexenio”. Ambas decisiones, aparejadas con la gestión de Vargas, revelan la apremiante necesidad de una reforma profunda en él.
Al referirse al magistrado, el especialista consideró que “se trata de alguien que hasta hace unos meses contaba con una mayoría mínima que lo eligió”, y al finalizar su gestión se encontraba prácticamente aislado, “acabó alienando también a su propia mayoría.
“Eso te habla de un personaje por lo menos muy inepto para conducir a un cuerpo colegiado. Se ha caracterizado por traicionar a sus anteriores jefes y alinearse con los nuevos. Se lo hizo a los panistas, se lo hizo a los priístas e incluso ahora. Sí creo que esta es la peor crisis, pero como culminación de un largo proceso de deterioro institucional.”
Para Concha, la decisión de deponer a Vargas y elegir a Reyes Rodríguez Mondragón, lejos de comprometer la resolución de los medios de impugnación promovidos contra los comicios “lo que hacen es lo contrario: tratan de poner un remedio justamente porque lo que está en peligro es la calificación de varias impugnaciones. Debe dar cierta tranquilidad”.
En torno a la legalidad de la designación, el investigador reconoció que se da en un vacío legal que debería corregirse en una eventual reforma electoral. Si bien es cierto que el marco legislativo establece que los magistrados elegirán entre ellos al presidente, no hay ninguna disposición expresa que aluda a la destitución de uno, pero asumiendo esta complejidad legal “creo que lo hicieron lo más apegado a la norma posible”.