Ciudad de México. Terminó la era de Lionel Messi con Barcelona. Algo que parecía impensable, imaginar un Barça sin él o a éste sin los colores azulgrana. Lo hizo de la forma menos acostumbrada desde que llegó como un niño de 13 años, hablando, expresando sus sentimientos. La estrella argentina, casi siempre discreta y taciturna, inició su despedida con llanto incontenible.
“He estado dándole vueltas a qué podía decir hoy y no me salía nada, como ahora, estoy bloqueado”, gimoteó Leo, el jugador parco, casi inexpresivo, y silencioso, que afirmaba que la mayor felicidad en la vida ocurría en la cancha.
“Después de tantos años no estaba preparado. El año anterior sí quería irme, pero este no”, agregó con la voz temblorosa en una conferencia a la que acudió vestido de traje oscuro, sobrio, casi de luto, acompañado de su esposa y sus tres hijos. Los asistentes a la cita eran jugadores y ex compañeros, algunos directivos y prensa.
Cuando el mundo daba como un hecho que la simbiosis Messi-Barcelona sería eterna, de pronto todo se torció. La noticia de la separación enmudeció al mundo del futbol. Los problemas financieros del club catalán y las reglas de la liga española sobre límites salariales, entre otros obstáculos estructurales, impidieron que el acuerdo con el jugador siguiera adelante, según dijo días antes el presidente azulgrana Joan Laporta.
Messi estaba desconsolado, con el pañuelo desechable apretado en un puño y la voz quebrada. Insistía que esta ruptura lo tomó por sorpresa, “como un balde de agua helada”, y que hicieron todo lo posible por permanecer juntos, aunque en algún momento y a pregunta expresa de la prensa matizó:
“No sé (si el club hizo todo para que me quedara); yo sí hice todo lo posible por quedarme; hablo por mí. El año pasado deseaba marcharme, lo dije de frente, pero este sí quería seguir con el equipo”, aclaró; “nunca dimos falsas esperanzas de que podía continuar. Creíamos que seguiría en el equipo. Fuimos sinceros. Al menos de mi parte”.
Pero si tanto el club Barcelona como Messi hicieron todo por seguir juntos, ¿por qué ocurrió esta ruptura repentina?, se preguntaban en la conferencia. El rosarino respondió titubeante.
Mira al futuro
“No voy a decir nada más”, atajó; “el equipo tiene una deuda grande y la Liga no lo permitió, como han dicho. Eso es todo. Yo tengo que buscar mi futuro y pensar en mi carrera”.
Para no dejar dudas sobre su disposición a quedarse en la institución catalana, confesó cuánto había estado dispuesto a ceder en el terreno salarial. Messi afirmó que había reducido hasta 50 por ciento del valor de su ficha, y eso había sido todo lo que le pidieron. Si no era suficiente, ya no supo más.
“Bajé hasta 50 por ciento mi ficha y cerramos el acuerdo; después no se me pidió nada más. Hay cosas que se dicen, pero que no son ciertas, como aquella de que se me pidió un 30 más, pero es falso”, agregó.
Messi admitió que apenas se supo la noticia de que dejaba al Barcelona muchos equipos mostraron interés. Hubo muchas llamadas, es cierto. Entre ellos el París Saint- Germain, pero fue muy cauto y advirtió que no tiene nada todavía firme con ningún equipo.
“Esa es sólo una posibilidad”, aceptó el argentino; “pero a esta hora (12:00 horas de Barcelona), no hay nada arreglado con nadie”.
Messi volvía a quebrarse al hablar de la vida que ha dejado con el Barcelona. Sobre todo cuando evocó al niño con problemas de crecimiento y que se desarrolló en la Masía catalana hasta convertirse en la expresión más acabada del futbol como pasión, estética y arte.
El rosarino creció. La estatura física ganó varios centímetros, pero la talla como futbolista es inconmensurable. Con los colores azulgrana ofreció momentos épicos y de gran plasticidad sobre cómo se puede jugar al futbol. Messi es el mejor jugador que ha dado el club, con la mayor marca de goles, anotó 672 veces, ganó 35 títulos y fue seis veces Balón de oro.
Es demasiado hasta para un superdotado como Messi. Por eso, dijo que si tuviera que elegir un momento de todo lo que vivió desde que llegó como niño en el año 2000, no sabría hoy, a sus 34 años, cuál elegir. Así lo dijo con evidente nostalgia. Hubo muchos –explicó–, varios títulos, incluso derrotas. Si acaso estuviera obligado a llevarse un momento, ese sería el de su debut el 16 de octubre de 2004. Ahí inició lo que por muchos años llamaron la joven promesa del Barcelona y se convirtió en la estrella mundial del futbol.” Es muy difícil quedarse con un momento, dudó el crack; quizá cuando debuté, porque ahí fue el comienzo de todo. Me quedaría con eso”.
Pasmado, Leo lamentó que esta no era la despedida que había imaginado con el Barcelona. Quizás con el retiro, porque todo futbolista piensa en cómo será la vida con la jubilación de la cancha. Messi lo dijo casi sonriendo.
“Dicen que es muy difícil el retiro. El día a día cuando ya no tienes que ir a entrenar. Pero esto es diferente, es algo que no esperaba”, comentó.
Esta es una despedida para seguir en el futbol con una playera diferente, seguramente en un país distinto. Empezar otra vez de cero, dijo perturbado.
Aunque el año pasado pensó que terminaba su historia con el equipo que lo vio nacer a la historia del balompié, hoy no estaba en su mente la posibilidad de una salida. Si lo hubiera imaginado, dijo que sería muy diferente.