La poesía es “una plataforma muy sabrosa para expresar lo mismo un estandarte político e intelectual que una inquietud emocional, sociocultural, y hacerla cromática”, sostiene la poeta Marlén Curiel-Ferman, quien participará en la edición 49 del Festival Internacional Cervantino (FIC), como parte del programa de Coahuila, que por primera vez es invitado en ese encuentro.
“Al ser el género fundacional de la literatura es el más comprensivo, flexible y abierto a la experimentación, y me gusta mucho experimentar, porque la vida y la poesía son eso, y un milagro”, agrega en entrevista la escritora coahuilense.
Afirma que su generación literaria está marcada por la amalgama de los temas de la literatura y por quitar la etiqueta de mujer para escribir: “Me gusta conjugar ciencia, misticismo, historia, política y arte”, agrega la poeta.
Marlén Curiel-Ferman (Saltillo, 1982), quien próximamente publicará sus poemarios Novo Ars Subtilior y Nimbea Paginae en formato electrónico, conversará en el Cervantino con la también poeta Mercedes Luna sobre el papel de la mujer en la literatura, específicamente, en la poesía; además, ambas leerán parte de su obra el 27 de octubre.
“Esta plática abarcará aspectos que nos atañen como creadoras; hablaremos de aquellas mujeres que participaron antes de nosotras en estos procesos de literatura en nuestro país y cómo se encuentra la frecuencia femenina en la actualidad”, adelanta Curiel-Ferman en entrevista.
Género versátil y “cromático”
La poeta destaca su gusto por la “posibilidad de crear sin etiquetas. En este género me doy vuelo, porque me parece que es una plataforma muy sabrosa para lo mismo expresar un estandarte político e intelectual que una inquietud emocional, sociocultural; para hacerla cromática”.
La autora relata: “Siempre fui muy inquieta. Cuando estaba muy chiquita me preguntaron qué iba a ser de grande. Contestaba que astronauta, escritora, bailarina, arquitecta, abogada, actriz y cantante. Cómo fregados que no puedo.
“Me gusta mucho asomarme a diferentes mundos y, cuando encuentro la idea de la posmodernidad en mi segunda carrera, de letras, luego de derecho, pensé que este concepto es igual a ‘china libre’.
“La literatura es un campo muy fértil, donde puedo moverme de manera horizontal; es decir, escribir una novela, pero en poesía; un poemario con estructura de teatro; un ensayo que parezca cuento o una reseña, como si fuera un guion cinematográfico o de radio.”
Su primera obra, un libro ecléctico
La primera vez que lo hizo así fue en su libro inicial Rapsodia del aire. “Allí hice una obra de teatro que era como una novela hecha en poesía. Era hacer mezclas”, ser ecléctica.
“Después vas encontrando que hay otras maneras de expresar lo que a veces no te permiten las editoriales tradicionales. No me puedo frenar para escribir a la carta cosas que a mí no me nutran. De ahí es dónde empiezo a buscar lo de Novo Ars Subtilior, que es generar ese escenario y atmósfera de unos monjes androitas que mandan a conquistar un planeta ficticio que se llama Stella.
“Para que se viera estéticamente bella estuve estudiando el medioevo y el ars subtilior, posterior al ars nova, y que era loquísimo. Me llamó muchísimo la atención por los acordes de la música que generaban estos monjes de alrededor del año 1200 eran imposibles de ser reproducidos en un instrumento de aquel tiempo.
“Ahora podemos escuchar esta música gracias a los instrumentos actuales, a los sintetizadores. Parece música de extraterrestres. Aparte, las estructuras poéticas eran bien complicadas.”
Explica que en su poemario para niños Venís de codorniz “se habla de la naturaleza, porque creo que ésta es una canción, y la canción es importante para la poesía”.
Además, es autora de los libros de poemas Las bodas del páramo, en el que aborda la violencia de género y la situación de la mujer que vive alejada del foco de las grandes ciudades; Canto universal, homenaje a la cultura maya, y Cantos eléctricos, dedicado a Nikola Tesla, que le valió el Premio Dolores Castro en 2018.
Con el libro de cuentos Mujeres de ojos cerrados “traté de hacer ver al lector que las divinidades femeninas, aun cuando pudieran aparecer en diferentes posiciones de ojos cerrados, están constantemente creando el universo que habitamos”, menciona Marlén Curiel-Ferman.