La indiscriminada apertura de la economía y la brutal política privatizadora (que desmanteló el aparato productivo del Estado) del régimen neoliberal convirtió a nuestro país en una república maquiladora y, a la par, despojó a los mexicanos de los bienes propiedad de la nación, que fueron “traspasados” al grupo élite (léase los amigos de los seis gobiernos de ese periodo) del empresariado autóctono. Privatizó las ganancias, extranjerizó sectores estratégicos y, como siempre, socializó las pérdidas.
Las voluminosas ganancias de este depredador proceso neoliberal terminaron en los bolsillos de unos cuantos (ejemplos de ellos son los barones mexicanos que aparecen en Forbes), a quienes los negocios en territorio nacional se les hicieron pequeños y, por lo mismo, comenzaron a “exportar” las utilidades obtenidas aquí para invertirlas en el extranjero (los depósitos en el sistema financiero internacional y los paraísos fiscales se cuantifican aparte), lo que no es ilegal, en el entendido que los neoliberales “reformaron” las leyes para garantizar esta sangría.
De esta práctica (también utilizada por magnates de otros países) surgieron las denominadas empresas translatinas de origen mexicano (Cepal dixit) que crecieron como la espuma en buena parte de Latinoamérica, utilizando para ello, desde luego, las ganancias obtenidas en nuestro país. América Móvil, de Carlos Slim, es una muestra de tales prácticas, pues a estas alturas tiene presencia en 18 países de la región y es “líder del mercado” en Colombia, Ecuador y México.
Lo anterior, porque al grito de “viva la libertad de empresa”, en los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto los dueños de las translatinas mexicanas salieron de shopping y “exportaron” alrededor de 142 mil millones de dólares (obtenidos en la economía nacional) para “ganar mercado” en América Latina, Europa y, desde luego, Estados Unidos.
Con Fox en Los Pinos los barones autóctonos invirtieron en terceros países poco más de 23 mil millones de dólares; con Calderón alrededor de 61 mil millones y con Peña Nieto cerca de 58 mil millones, mientras la inversión en México mantenía niveles similares a los registrados en la década de los 80 del siglo pasado, como si aquí no hiciera falta.
Este balance, con sus 142 mil millones de dólares “exportados” por los barones, de inmediato remite al Pacto de Chapultepec, firmado por 300 grandes empresarios y gobierno en septiembre de 2005, por medio del cual coincidían en que “no es posible postergar un acuerdo de unidad nacional que postule el estado de derecho, el desarrollo, la inversión y el empleo”, pues proceder en sentido contrario sería “una irresponsabilidad histórica que profundizaría inequidades y problemas sociales”. Carlos Slim, uno de los promotores del “consenso”, comentó entonces que el acuerdo “no se trata de una carta a Santa Claus, aunque sí le dice qué queremos, dónde comprarlo, cómo hacerlo y cómo hacerle”.
Eso suscribieron, pero en 2005 –año del Pacto de Chapultepec– los abajo firmantes “exportaron” cerca de 3 mil 500 millones de dólares para invertir, fomentar el desarrollo, así como el crecimiento económico y el empleo… en terceros países, no en México. Un año después el monto se incrementó a 5 mil 800 millones de billetes verdes (las cifras son de la Cepal). Creció y creció hasta acumular 142 mil millones.
Entre los abajo firmantes de 2005 aparecieron apellidos como Slim, Zambrano, Azcárraga, Aramburuzabala, Garza, Hank, Gutiérrez Cortina, X. González, Salinas Pliego y Servitje, por citar algunos, todos ellos a favor, según dijeron, de invertir y generar empleo y prestos a redistribuir el ingreso (en otras naciones, por lo visto).
La expansión de las translatinas mexicanas iba viento en popa, pero llegó la pandemia y entre marzo de 2020 y la primera mitad de 2021 “las operaciones encabezadas por empresas latinoamericanas se redujeron considerablemente, y las que se concretaron fueron de montos menores a las registradas en años anteriores”. De cualquier suerte y en plena crisis económica, el año pasado los barones mexicanos se dieron tiempo de “exportar” 6 mil 227 millones de dólares para los fines descritos, pero en México muchos de ellos cancelaron empleos y negaron salarios porque, dijeron, “no tenemos dinero”.
Las rebanadas del pastel
Sólo para daltónicos: rojo será el semáforo de riesgo epidémico del 9 al 22 de agosto en siete entidades de la República, entre ellas la Ciudad de México.